U2 se despide de BCN con otra fiesta

Javier Bardem, llegando a la coctelería Bocachica de Barcelona, para encontrarse con los miembros de U2, la noche del sábado.

Javier Bardem, llegando a la coctelería Bocachica de Barcelona, para encontrarse con los miembros de U2, la noche del sábado. / periodico

FERRAN IMEDIO / BARCELONA

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A estas alturas de la película, o mejor dicho, de la gira 'Innoncence + Experience', deben de ser muchos los fans de U2 que se están preguntando para cuándo una canción del grupo dedicada a Barcelona. Porque se sabía que es una de las ciudades favoritas de la banda irlandesa, hasta el punto de que, puestos a tocar en España, prefirieron hacer un póquer de conciertos en la capital catalana en vez de actuar en Madrid, por ejemplo. Pero después de una semana de 'shows' y salidas diurnas y nocturnas (se les ha visto, juntos o por separado, en el Moll de la Fusta, Toto, Carpe Diem Loung Club, en el parque de la Ciutadella…), queda claro que Barcelona es una debilidad para Bono y compañía. La última prueba fue la fiesta tranquila, relajada, que celebraron en el reservado de la coctelería Bocachica, en el pasaje de la Concepció, el sábado. Allí acudieron después de su cuarto y último concierto en el Palau Sant Jordi, pasada la medianoche.

Ya conocían el reservado, llamado Salón Chino, porque habían estado allí la noche del martes en una visita de lo más discreta. Y como les gustó, repitieron el sábado. Esta vez, quisieron que fuera una noche especial, de modo que invitaron a familiares (estaba la mujer del cantante, Alison), a sus amigos más cercanos (algunos llegados directamente desde Dublín), a miembros del equipo que asiste al grupo día y noche, y a vips de la talla de Javier Bardem y Penélope Cruz, que poco antes habían subido al escenario disfrazados: él con un sombrero y una bufanda de plumas azules, y ella con un peluca rubia y unas orejas de conejita.

La reina asistió al concierto

Incluso estaba prevista la presencia de la reina Letizia, que acudió al concierto con unas amigas, pero sus escoltas anularon los planes a última hora al ver la cantidad de gente que estaba esperando en la puerta a la llegada de los miembros de U2. Se habían enterado de que sus ídolos iban a tomar algo en Bocachica, y para allá que se fueron. "Parecían las Ramblas", explicó un testigo de la entrada en el bar de los irlandeses, que llegaron cada uno en sus propias furgonetas.

Ya dentro, las 90 personas invitadas (40 más de las previstas) disfrutaron de una cena cóctel en la que hubo, además de bebida, un pica pica a base de ensaladas, jamón, quesos, montaditos variados, colas de langostino fritas... Algo sencillo, ligero. No hubo juerga, acaso porque la edad media de los allí presentes coincidía bastante con la de los cincuentones Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen. Hubo charlas distendidas y simpáticas, como las que mantuvieron durante un buen rato el líder de la banda con Bardem y Cruz, acaso recordando las intervenciones de ambos en el concierto: él contoneándose al ritmo de 'Misterious ways' y ella retransmitiendo a través del móvil en la gran pantalla del Sant Jordi las evoluciones del grupo en 'Desire'.

Los actores, buenos amigos de Bono (siete años atrás el cantante les prestó su mansión en el sur de Francia para que pasaran unos días de relax), fueron de los primeros en irse, a eso de las 3.30 horas. Muy poco después, los músicos se largaron al hotel Arts, donde han tenido su cuartel general estos días. Allí descansaron, aunque la noche no fue tan movida; a diferencia de la del miércoles, no hubo karaoke ni casino como en Carpe Diem Lounge Club, que cerraron solo para ellos.