Despedida con un millar de amigos

Marta, su viuda (de blanco) y su hijo Pancho.

Marta, su viuda (de blanco) y su hijo Pancho.

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Un millar de amigos y familiares se reunieron ayer por la tarde en el tanatorio de Terrassa para despedir a Juli Soler, artífice de El Bulli junto a Ferran Adrià. La misa religiosa, que estuvo marcada por la música de góspel y el recuerdo de los momentos más destacados de su vida, contó con la participación de su hijo Pancho Soler y el mismo Adrià, que había regresado desde San Sebastián tras conocer la pérdida de su colega, socio y amigo.

La cita reunió a cocineros que pasaron por El Bulli (Albert Adrià, Carles Abellan, Oriol Castro, Eduard Xatruch, Mateu Casañas, Albert Raurich, Christian Lutaud, Fermí Puig, Xavier Sagristà...), a históricos jefes de sala del restaurante de cala Montjoi (Lluís García, Lluís Biosca y Toni Gerez) y a chefs que admiraban su trabajo (Romain Fornell, Hideki Matsuhisa, Christian Escribà, Fina Puigdevall, Mey Hoffman, Jordi Herrera, Josep Maria Freixa, Carme Ruscalleda, Pedro Subijana, Juan Mari Arzak...).

«He estado 33 años pasando 15 horas al día a su lado, más tiempo que con mi mujer, imaginaos la cantidad de recuerdos y anécdotas que guardo», aseguró visiblemente consternado Adrià. Hoffman destacó el carácter generoso y cariñoso de Soler, «un visionario y un empresario». «Me ha enseñado mucho», añadió.

La cita también reunió a personas próximas a Soler, como Manel Fuentes, que destacó su carácter «irrepetible» («la cabeza le iba a tal velocidad que consiguió que la gastronomía fuese la mejor embajadora y que El Bulli fuese la estrella más brillante en el firmamento») y Carlos Latre, que recordó lo cariñoso que fue siempre Soler con él: «Se reía contigo, sacaba lo mejor de ti, y siempre te daba una palmada en la espalda», aseguró. El féretro de Soler fue trasladado al cementerio de Rubí. ALBERT SEGURA