Con toda la barba

Las caras aniñadas e imberbes propias de la corriente metrosexual han pasado a mejor vida. Ahora, lo que se lleva es la retrosexualidad, una tendencia que aboga por la virilidad, el estudiado desaliño y la naturalidad masculina que ha hecho de la barba su principal exponente.

Hace poco más de un año empezaban a despuntar depuradas y discretas, pero hoy los hombres que siguen la moda lucen barbas generosas, frondosas y con tintes bohemios. Un look que huele a misterio e intelecto y que se complementa con traje, camisa y megagafas de pasta.

El gran dramaturgo francés Molière aseguraba: «Del lado de la barba está el poder». Buena prueba de ello son los faraones egipcios, que ya lucían grandes barbas que trenzaban con hilo de oro como signo de autoridad. Porque desde tiempos prehistóricos el rostro peludo ha denotado hombría y sabiduría, además de barbarismo. De hecho, la palabra barba procede del latín barbarus y significa extranjero.

Tradicionalmente también se representa con barba a personajes de ficción como Barba Azul, el protagonista del cuento de Charles Perrault; el pirata Barbarroja, creado por Jean-Michel Charlier y Victor Hubinon, y el capitán Haddock, el compañero de fatigas que Hergé ideó para Tintín.

La última época dorada para la barba tupida fueron los años 70, década en la que se convirtió en un símbolo de rebeldía. Pero hoy vuelve a imponerse en su máximo esplendor en gran parte gracias al modelo sueco y fotógrafo profesional Christian Göran, pues su aparición en un anuncio de Trivago el pasado invierno demostró que se puede ser barbudo y elegante a la vez.

El mundo del cine también se ha hecho eco. No hay que olvidar la barba espesa que lleva Rusell Crowe en Noé. George Clooney suele recurrir a ella cuando quiere dar imagen de comprometido: la lució en Syriana, filme con el que ganó el Oscar y también cuando fue detenido por defender la causa de Darfur. Otros actores como Ryan Gosling, Brad Pitt, Ashton Kutcher, Jared Leto y Ben Affleck han seguido su estela.