eco mediático EN EL TRIBUNAL EUROPEO DE LOS DERECHOS HUMANOS

La abogada Clooney, al rescate de Armenia

La esposa del actor, estrella de un juicio sobre el genocidio armenio de1915

Los abogados Geoffrey Robertson y Amal Clooney, antes de que se iniciara la vista ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, ayer.

Los abogados Geoffrey Robertson y Amal Clooney, antes de que se iniciara la vista ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, ayer.

IOSU DE LA TORRE / BARCELONA

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Quiza nunca el genocidio armenio sumó tanto eco en un tribunal como el desatado ayer en Estrasburgo por la abogada Amal Clooney. Más de 60 periodistas acreditados en la gran sala del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, en una causa que, sin la presencia de la esposa del actor norteamericano, no sería ni un breve en la sección de Internacional: la revisión del juicio que exhoneró al político turco Dogu Perinçeck frente a los jueces suizos que le condenaron por negar públicamente el exterminio de cientos de miles de armenios durante la primera guerra mundial.

Enfrente del negacionista, el Gobierno armenio representado por la defensora de Julian Assange (caso Wikileaks), de Grecia en la reclamación de los mármoles del Partenón antre Gran Bretaña y de un periodista de la cadena Al Jazzira condenado en Egipto. Cuando se disolvió la nube de cámaras, cargada de dosieres, Amal Clooney pudo ocupar asiento ante el tribunal junto a su colega Geoffrey Robertson, el australiano también abogado de Assange ante la corte británica.

«La Gran sala está obligada a rectificar», fue la frase con la que la abogada cerró los casi diez minutos de intervención, informa la agencia Efe. El discurso superó el minutaje permitido por el tribunal, pese a las advertencias del presidente de la sala y puede condensarse en este entrecomillado: «Suiza no vulneró el Convenio Europeo de Derechos Humanos cuando condenó a Perinçek por dar una conferencia en la que negaba el genocidio atribuido al Imperio Otomano. Hay numerosas pruebas y testimonios de aquellas atrocidades, denunciadas entonces por Alemani, Rusia y Francia».

El holocausto armenio, del que este 2015 conmemora su centenario, ha encontrado el efecto mediático que proporciona el amparo del matrimonio Clooney. Amal Alamuddin, así conocida hasta la boda del pasado otoño en Venecia, abandonó Estrasburgo sonriente. Atrás dejaba el ruido generado en el cruce insultos entre manifestantes turcos (al menos 600) y armenios (una veintena) convocados en los accesos al Tribunal.

La sonrisa de la abogada debía ser bien distinta a la que le provocan las noticias sobre su inminente divorcio. Verdadero o falso, es una letanía que se escucha prácticamente desde que el casamentero dijo aquello de «puede besar a la nocia».

Hace dos semanas, Amal acompañó a su marido en la ceremonia de los Globos de Oro. George Clooney recogió el premio que reconoce la trayectoria cinematográfica (Ocean eleven, In the air, Crueldad intolerable, Buenas noches y buena suerte, entre otras, además de la serie de televisión Urgencias).

Tras la fiesta, regreso sonoro a los juzgados. De la defensa de la libertad de expresión (el galán lució en el pecho el Je suis Charlie) al rechazo de que tras esa misma defensa pueda negarse la tragedia armenia.

El cine y la realidad.