EL PANTANO QUE NUNCA EXISTIÓ

'Salvados' visita Jánovas, un pueblo que se resistió a morir

Los vecinos fueron expropiados hace cuatro décadas por un embalse que no se ha levantado

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EL PERIÓDICO / BARCELONA

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Jánovas es un pueblecito aragonés situado en el valle del río Ara, en la comarca oscense de Sobrarbe. En la zona del Pirineo aragonés abundan los pueblos abandonados, pero aunque Jánovas lo parezca, no lo es. Su historia es la de la resistencia de unas gentes que se han resistido año tras año a abandonar sus raíces y sus casas, historia que ha llamado la atención de Jordi Évole, quien con 'Salvados' ha visitado la localidad.

Todo empezó en la década de los años 60, en pleno apogeo de las inauguraciones de pantanos por parte del régimen franquista. En esos años, la empresa eléctrica Iberduero decidió construir un embalse que condenaba a Jánovas a desaparecer bajo las aguas. Desde ese momento, los vecinos fueron sometido a un agobiante acoso que iba desde el corte de los accesos al pueblo, la demolición con dinamita de las casas ya expropiadas, o la destrucción de los cultivos.

Toni Garcés, el último niño nacido en Jánovas (no la última persona, que fue su hermana), relata a Évole sus recuerdos de infancia. Tanto él como otros vecinos se sienten, aún tras el paso de los años, atropellados e indignados: "Es peor que un desahucio, porque nosotros lo teníamos todo pagado. Hemos sufrido terrorismo de Estado", afirman. Garcés recuerda que en sus buenos tiempos el pueblo tenía unos 400 habitantes. "Solo nos quedamos cinco familias, y al final solo éramos dos. Estábamos solos". Dice que, aunque la Guardia Civil lo sabía, la gente de Iberduero tenía pleno poder para echarlos. Muchos se fueron y algunos, pocos, se quedaron. Fueron los resistentes. "Al final, vinieron 24 guardias civiles para echarnos.

ENTRAMADO ECONÓMICO

El profesor de la Universidad de Granada Joseán Garrués afirma que en los años 60, las eléctricas y el sector bancario estaban estrechamente relacionados, conformando una poderosa oligarquía. Fue José María de Oriol y Urquijo el encargado de la ejecución de los planes eléctricos del régimen, y detrás de Iberduero estaban el Banco de Vizcaya y el Banco de Bilbao. La actual Endesa (que ha declinado la invitación de 'Salvados' para participar en el programa) es la heredera de Iberduero, y se quedó con la propiedad de todos los edificios de Jánovas.

Otro vecino, Óscar Espinosa, recuerda cómo su padre aceptó el dinero de la expropiación, 800.00 pesetas de la época, y se fue a Barcelona. "Duró dos años", afirma. "Cuando ganó Felipe González en el 82, recobramos la esperanza, pero poco después nos mandaron a la Guardia Civil para volver a intentar echarnos". "Como las obras no empezaban nunca, cuando la licencia estaba a punto de caducar, hacían ver que las empezaban y así se renovaba automáticamente", recuerda. Aún tuvieron que pasar varios años hasta que la normativa europea obligara a realizar estudios de impacto ambiental para este tipo de construcciones.

INFORME MEDIOAMBIENTAL NEGATIVO

El exsecretario general del Ministerio de Medio Ambiente Juan Luis Muriel fue, hacia 1993, el encargado de hacer el estudio de impacto ambiental del pantano proyectado, que fue negativo. Muriel destaca que, aunque había intereses contrapuestos, el ministerio, cuyo titular era entonces Isabel Tocino, asumió el informe, aunque le recomendó que lo rebajara. Muriel y su equipo se negaron, y pusieron sus cargos a su disposición. El sucesor de Tocino en el ministerio, Jaume Matas, le pidió que retirara el informe (que nunca había sido publicado en el Boletín Oficial del Estado), y ante la nueva negativa, Muriel y su equipo salieron del ministerio y desde entonces no ha vuelto a ocupar ningún cargo público. Pero a pesar de estas maniobras, el informe fue finalmente publicado en el BOE y la construcción del pantano fue cancelada definitivamente.

Pero los vecinos no sienten ninguna satisfacción. "Nos han echado más de 50 años por nada. Hemos tenido que pagar a Endesa varias veces el valor de nuestras propiedades para recuperar unas ruinas", dicen. Francisca Castilla, una vecina de 88 años que había estado cuatro años refugiada en Francia, vivió 22 años en Jánovas. "Me gustaría que me pidieran perdón, esto debería remorderles la conciencia", asegura. Ella y varios vecinos más tratan de recuperar el pasado reconstruyendo las que fueron las casas de sus antepasados.