Olvido Hormigos

Las 5 sombras de la manchega

Un vídeo erótico casero hizo fosfatina su vida de maestra, concejala y esposa. Pero ha encontrado en el vituperio una forma de pagar las facturas. Ahora saca novela erótico-autobiográfica.

EL ESCUDERO. Jesús Atahonero (derecha), su primer amor y marido desde hace 25 años, apecha con el papel de engañado y se aviene a vivir bajo el mismo techo con ella.

EL ESCUDERO. Jesús Atahonero (derecha), su primer amor y marido desde hace 25 años, apecha con el papel de engañado y se aviene a vivir bajo el mismo techo con ella.

POR núria navarro

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Mientras que a ciertos caballeros se les disculpa por aparecer en vídeos de dominación embutidos en un corsé o acosando a camareras de planta, la manchega Olvido Hormigos (Los Yébenes, Toledo, 1971), que mandó a un amante imágenes caseras masturbándose, lleva tres años en el centro de un permanente auto de fe (en gran medida porque ella misma no baja del cadalso). «Pese a que me han recomendado mil veces que no lo haga, llevo tres años sintiendo la necesidad de explicarme una y otra vez», dice. La última modalidad es El abrazo infiel (RBA), una novela erótica que se puede leer como un 50 sombras de Grey a la manchega o como una biopsia de las pulsiones de la autora. Aquí repasamos cinco sombras de la exconcejal socialista.

El estigma

Ligera de cascos, mesalina, adúltera y hasta fulana.Eso, y más, le han dicho a la cara. «Hasta he leído que he estado con hombres de todas las razas y edades», lamenta. «Y lo único que pasó es que no sentía pasión en mi matrimonio y la busqué fuera». Luego hubo otras recaídas, sí («nada de montajes»), pero asegura tajante: «No soy una adicta al sexo. Puedo pasar meses sin él». Y no le cabe en la cabeza que sus placeres privados estén tan penalizados como los vicios públicos. «Cuando se habla del sexo de una mujer saltan las costuras -se queja-, y lo triste es que los juicios más duros vienen de las mujeres». En lo alto del podio, al parecer, está Belén Esteban. «Entré en Gran Hermano para ganar dinero para mis hijos y, con ese afán de hacerme daño a mí -con otras madres no se mete-, lo primero que oí de su boca es que yo era 'una mala madre'». Ese acogote la perturba.la ligereza

¿La ligereza le viene de serie? Veamos. Es hija de un camionero y un ama de casa que crió a una prole de cinco en un pueblo de 1.500 habitantes. Es nieta de «rojos» que las pasaron caunutas («mi abuela paterna murió en la cárcel de una paliza»). Conoció varón a los 18 años y con él sigue casada. Hizo la carrera de Magisterio siendo madre de dos hijos y fue una maestra mileurista de parvulitos y primaria. Y llegó a concejala por el PSOE -«porque siempre estoy dispuesta a ayudar»- en un ayuntamiento del PP. «Era una mujer bien vista. Trabajadora, madre, implicada en la vida pública. Y de la noche a la mañana pasé a buscarme en páginas porno y a ser lo más bajo. Me llegaron a dar ganas de colgarme una A de Adúltera y dejar que me tiraran piedras en la plaza». Nada volvió a ser igual. Y añora la paz toledana.

La traición

El 8 de agosto del 2012 lo que era un juego privado acabó siendo visto hasta en las Nuevas Hébridas. «Al principio me sentí como si hubiera matado a alguien. Salía a la calle con la cabeza gacha y al llegar a casa me metía en la cama y me decía: 'No sé si quiero seguir viviendo'. Pero acabé entendiendo que solo había engañado a mi marido», concluye. Las amigas de siempre no reaccionaron como ella esperaba, pero lo peor fue que sus compañeros de partido le pidieran la dimisión «por desprestigiar la política». Pero ha escupido la quina y, «pensando que era lo mejor para el pueblo», en estas últimas municipa ha votado a quien le dijo que no era digna de estar en su equipo.

«Sin embargo, una vez que todo el mundo sabe que he engañado a mi esposo y que ya no hay nada peor que me puedan llamar, me siento liberada».Y añade a toda prisa: «Eso no significa que me sienta libre, porque hay muchas cosas que no haré por mis hijos». Aquí la sombra está en notar que «hay gente que se avergüenza» de estar a su lado. «Eso no quiere decir que no lo volvería a hacer otra vez, ¿eh?», asegura, desafiando a los timoratos.

La contradicción

«Daría marcha atrás sin pensarlo», certifica. Pero lo cierto es que después de su experiencia traumática, la hemos visto saltar de trampolines, posar en cueros en portadas, de punching-ball en los platós, contando sus fantasías en revistas y entrando en un reality. ¿Por qué echa más carbón? «Primero se me convenció para que fuera a explicarme -enumera-, después, viendo que nadie me contrataría ya de maestra, pensé: 'Bueno, no hago daño a nadie y es dinero para la familia', y con el paso del tiempo cada vez te va costando menos». Y añade: «No es dinero fácil, pero es dinero rápido. Y sé que tiene un principio y un  fin». Incluso su madre, explica, ha acabado entendiendo que es así como se gana la vida. «Ella solo me recomienda que no salga de una discoteca y me líe en la puerta con nadie».

El raro encaje

«Mis hijos son lo más importante en mi vida», martillea por si hay dudas. Por ellos, afirma, sigue viviendo bajo el mismo techo que su marido «pero sin tener relaciones de pareja». El carpintero Jesús Atahonero, alias Pajarito, que en estos tres años ha apechado con el papel de engañado, se merece un tango. «Podía haberme dicho 'no quiero saber nada de ti' y es el que más me ha apoyado», asegura. «Las cosas entre nosotros están muy claras y mis hijos están felices. El mayor, de 15 años, está enterado de muchas cosas pero no me ha echado nada en cara. Cuando sean adultos, hablaré con ellos y me entenderán porque nos queremos muchísimo». Hasta en Los Yébenes, que al principio le afearon, a punto estuvieron de organizar un comando de rescate para sacarla de Gran Hermano. ¿Les encaja tanta paz doméstica?

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