Moda dulce

'Cupcake', locura de boca a boca

Nueva York, París, Londres y, ahora de lleno, Barcelona. La fiebre del 'cupcake' no deja de teñir escaparates con estos pequeños dulces coloridos.

El Cup and Cake, en la calle de Enric Granados, de Barcelona.

El Cup and Cake, en la calle de Enric Granados, de Barcelona. / TANIA MORELL

ÁNGELA BIESOT / Barcelona

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Aún recuerdo cuando tenía que explicarle a todo el mundo lo que era un cupcake!», dice Elisa, dueña de la pastelería Florentine Cupcakes & Cookies, en el Born (Calders, 3). Y habla de poco más de dos años atrás, cuando abrió su negocio y nadie sabía aún qué eran esos pastelitos pequeños, en forma de magdalena con una cubierta cremosa. Hoy, quien no lo sabe es porque no se ha fijado bien en algunos escaparates, porque lo primero que hacen los cupcakes es entrar por el ojo, ya que su rasgo principal es su masa y cubierta colorida, elaborada y decorada con detalles comestibles. Casi da pena comerlos, al igual que otros dulces que también perfuman el mismo barrio, los que prepara la irresistible pastelería de Mey Hofmann (Flassaders, 44).

En realidad fue Carrie Bradshaw, la protagonista de la serie Sexo en Nueva York, quien popularizó este pequeño antojo. Desde que se la vio devorando un cupcake en el famoso Magnolia Bakery para remediar el mal de amores, los establecimientos que venden este dulce han crecido sin parar. La mayoría de sus dueños coinciden en que se han inspirado en ciudades como Londres, París y Nueva York, donde «hoy está repleto de estas bakeries».«Cuando llegué a España no podía creer que no hubiera un lugar donde comer cupcakes», cuenta Vicky, dueña del Lolita's Bakery, situada en la calle de Provença. Y a pesar de ser vecina de La Pedrera, «vienen muchos más españoles a degustar cupcakes que turistas. Muchos se han acostumbrado a merendarlos de vez en cuando. En general, han sido muy bien recibidos en España», cuenta. Su especialidad es el Red Velvet, con frutos rojos y crema de queso por encima.

Si se traduce del inglés, cupcake significa «pastel de taza», ya que se suele acompañar con una taza de café o té. Sin embargo, existen varias versiones sobre el origen del nombre: hay quien asegura que se llaman así porque para hacerlos se utiliza la medida de una taza. Otros defienden que cuando comenzaron a elaborarse no había moldes profesionales y se usaban tazas para hornearlos.

El pionero de Barcelona

«¿No son magdalenas?», se preguntan dos señoras que miran los dulces de múltiples sabores que conquistan el escaparate de Cup & Cake, en la calle de Enric Granados, y que es el primer establecimiento de este tipo que existió en Barcelona. A simple vista, en efecto, parecen una variante de la magdalena, pero «el cupcake no lleva aceite sino mantequilla», aclara una de las camareras.

«Hace relativamente poco que se conocen en España y hay gente que todavía piensa que son demasiado dulces o que, por su aspecto colorido, son bollería industrial», explica Victoria, de Victoria's Cakes, en el barrio de Gràcia. «Pero cuando los prueban, gustan a todo el mundo», exclama. Es difícil resistirse cuando al entrar por la puerta lo primero que se ve es el obrador, que está justo detrás de la vitrina de pasteles e impregna la tienda de olor a recién hecho. En el mismo barrio se encuentra la pastelería Amelia (Ramón y Cajal, 4), cuya especialidad es el cupcake de chocolate y cerveza Guinness.

Este pequeño antojo podría definirse como el tentempié ideal para los golosos que no quieren atiborrarse con un bollo de mayor tamaño, pero que son incapaces de resistirse a la tentación más dulce.