DUELO EN LA GASTRONOMÍA

El club de los cocineros muertos

El chef Benoît Violier, el pasado diciembre, con el premio al mejor restaurante del mundo concedido por 'La Liste'.

El chef Benoît Violier, el pasado diciembre, con el premio al mejor restaurante del mundo concedido por 'La Liste'. / ME BJ**LON** FO**BRL**

FERRAN IMEDIO / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El chef Benoît Violier ha aparecido muerto en su casa este domingo, y la casualidad, macabra ella, ha querido que horas después la guía Michelin fuera lanzada en Francia. Mal día para salir al mercado y menos aún quitándole una estrella Michelin a la viuda de otro gran cocinero que se quitó la vida en el 2003, Bernard Loiseau.

La muerte de Violier ha recordado tantas otras desapariciones como las del citado LoiseauHomaru Cantu... Desde el mítico François Vatel (siglo XVII), que se atravesó con una espada porque no había llegado pescado suficiente para un banquete de tres días con los el príncipe de Condé, para quien trabajaba, pretendía agasajar al rey Luis XIV. Gerard Depardieu lo encarnó en 'Vatel'.

En estos últimos años, la presión a la que se ven sometidos los chefs ha llevado al suicidio a varios de ellos, y a otros muchos a abandonar esa carrera por la excelencia que nunca parece tener fin, como Marc Veyrat y Olivier Roellinger, que abrió un debate sobre la presión que sufren los chefs de la alta cocina. Ahora ha sido Violier, de 44 años, cuyo restaurante, Hôtel de Ville de Crissier, fue proclamado en diciembre como el mejor del mundo por 'La Liste', una especie de réplica a la clasificación de la revista 'Restaurant'. Lo han encontrado muerto de un disparo este domingo en su residencia de Crissier (Suiza). Definía su cocina como "meticulosa y detallista". Todo eran reconocimientos para él. La semana pasada, sin ir más lejos, este triestrellado había recibido el Bocus de Oro en Suiza.

Pero ya antes, en abril del año pasado, fue Homaro Cantú, de 38 años, que fue hallado muerto en el local donde iba a abrir la cervecería The Crooked Fork, en Chicago. Cantú tenía una estrella Michelin por el restaurante Moto, también en la ciudad de Detroit. En el 2003, Loiseau decidió acabar con todo de un disparo de escopeta porque le angustiaba la posibilidad de perder sus tres estrellas Michelin. 

UN PROBLEMA MÁS ALLÁ DEL ESTRÉS

Los chefs consultados por este diario niegan que la causa directa de un suicidio sea el trabajo de cocinero. "Es una salida tan terrible... Y Violier era tan, tan joven... Pero estos episodios no solo pasa en nuestra profesión, aunque es cierto que tenemos mucho estrés porque es una profesión con muchos frentes de batalla: exige lanzar ideas nuevas, ser atractivos siempre, buscar el afecto del público y la crítica, y mantener económicamente el negocio por la excelencia que se exige, lo cual no es nada fácil", comenta Carme Ruscalleda, apenada por la noticia de la pérdida de su colega, que atribuye a un momento de "ofuscación" de alguien que vio el suicidio como única solución. Loiseau, por ejemplo, padecía una depresión.

"Cuando uno toma una decisión así es por un problema que va más allá del estrés o la presión que se sufre en la cocina. Pueden ser presiones familiares más profundas o un problema mental. Pero lo típico es hacer ver que es un problema de trabajo", puntualiza Pedro Subijana, con tres estrellas Michelin por Akelare. "Es cierto que nos autoimponemos una presión para progresar, para buscar otra vía, pero al mismo tiempo es muy satisfactoria si funciona bien. Yo mismo he pasado momentos de estrés y tensión en mi profesión y en mi vida personal, con grandes disgustos pero con grandes alegrías, pero nunca se me ha pasado por la cabeza quitarme la vida".

Joan Roca opina igual. "Me sabe muy mal y estoy muy triste. Estuve con él en diciembre en París, y en su restaruante y lo vi bien, animado, contento, por eso sorprende a todos esta noticia. No creo que sea la presión porque todos los cocineros de nuestro nivel a estas alturas de la película hemos aprendido a relativizar la presión y el estrés para que no nos afecte a nuestra vida, pero la cabeza de una persona pueden pasar tantas cosas...".