ENTREVISTA CON EL RADIÓLOGO RESIDENTE EN HIROSHIMA

Evan B. Douple: "Fukushima aún es una situación compleja que puede ir a peor"

Douple, en su despacho profesional.

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ADRIÁN FONCILLAS / Pekín

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Evan B. Douplees uno de los radiólogos más reputados. Vive en Hiroshima (Japón), donde estudia los efectos a largo plazo de la bomba nuclear. Para este científico, el desastre de Fukushima creó una situación compleja que potencialmente podría empeorar, por los efectos de la radiactividad interna, todavía desconocidos.

¿Cómo afectó Fukushima a la población?

Aunque no ha muerto nadie por el accidente, la confusión e incerteza por la exposición radiactiva ha añadido pesar a los afectados. Lo peor es la imposibilidad de regresar a sus casas de las zonas excluidas. Algunas áreas se limpiarán, pero otras permanecerán inhabitables durante 30 años o más.

¿Y en el futuro?

Dependerá de las reconstrucciones sobre la radiación con todos los datos posibles. Hasta ahora solo se ha hecho con cuestionarios a los supervivientes. En base a estos, la dosis de radiactividad externa es baja: menos de cinco milisieverts (aproximadamente, la que se recibe en una radiografía hospitalaria del pecho). Pero la fiabilidad de estos cuestionarios no es muy alta. Y además, algunos también han sufrido dosis internas por los alimentos. Esto es preocupante especialmente por los niños, porque podrían desarrollar cáncer de tiroides. Por precaución, se están realizando pruebas a los 360.000 menores de 18 años de la región. Los 3.800 ya analizados no han mostrado ningún caso. Los resultados servirán para determinar un patrón porque los japoneses, a diferencia de la población de Chernóbil, consumen altas dosis de yodo no radiactivo debido a su dieta de pescado.

¿Solo los operarios de la central están en peligro?

Peligro es una palabra muy fuerte. Tienen más riesgo de contraer cáncer porque recibieron dosis más altas. Pero esas estimaciones aún son bajas si las comparamos con los porcentajes de cáncer habituales. No están más «en peligro» que cuando conduces: depende de muchos factores.

¿Por qué hay opiniones opuestas entre los expertos por los efectos?

Por dos razones. En general, los expertos no tenemos opiniones enfrentadas. Sabemos que la radiación no es buena y estamos de acuerdo en los riesgos a niveles medios o altos. La confusión llega cuando algunos intentan extrapolar esos efectos a dosis bajas (por debajo de los 100 mSv). El riesgo es tan bajo que no se ha podido medir con certeza estadística, ni siquiera con experimentos con ratones. Los expertos necesitan hacer asunciones basadas en sus personales interpretaciones de datos de animales o células que pueden no ser aplicables a los humanos. 

¿Y la segunda razón? 

En Fukushima hubo exposiciones internas. Sus efectos aún son más desconocidos porque no hay estudios sobre poblaciones afectadas, aunque muchos expertos las consideran menos dañinas que las externas. Así que, básicamente, los expertos especulan, viendo el vaso medio lleno o medio vacío, y es comprensible que, además de sus conocimientos, influyan las filias y cómo entienden el riesgo. Un ejemplo es la bolsa: algunos rechazan el riesgo por la incerteza del mercado, mientras otros están deseando invertir a pesar del gran riesgo. En términos de seguridad pública, establecemos unos niveles de regulación para que el riesgo sea lo suficientemente bajo que no sea previsible el aumento de efectos negativos. La filosofía es "tan bajo como sea razonablemente alcanzable". 

¿Exageró la prensa y el movimiento antinuclear? 

Uno puede esperar de la prensa que exagere ya que carece de los datos de las mediciones de radiactividad y porque muchos periodistas y miembros de grupos antinucleares no están preparados para entender o explicar la física o la radiología. Al fin y al cabo, fue y aún es una situación compleja que potencialmente puede ir a peor. Reportajes como los de la radiactividad en el agua de Tokio deberían haber informado también de la ubicua presencia de radiactividad en el entorno, la ultrasensibilidad de la tecnología moderna para detectar los niveles más bajos, o la concentración mínima requerida para afectar la salud para evitar el estrés y la ansiedad en una población ya aterrada.