La clave

Trompazo a la vista

JOAN MANUEL PERDIGÓ

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El sistema español de partidos hace agua a medida que la crisis hunde al país sin que nadie encuentre la vía de salida. Primero le tocó al PSOE por pecado de omisión al quedarse cruzado de brazos a partir del 2006, cuando ya se encendían las señales de alarma. El PP, por su parte, ha dilapidado en un año el inmenso caudal de confianza que recibió en el 2011. Es difícil incumplir tanto compromiso en tan poco tiempo cuando ni siquiera uno puede esgrimir la excusa de que se enfrentaba a lo desconocido. Otro tanto ocurre en el siempre más fragmentado mapa catalán, donde CiU y PSC ejercían hasta hace cuatro días una centralidad similar a la de PP y PSOE.

Quedan, sin embargo, casi dos años para constatar si en las municipales y autonómicas del 2015 --las europeas del 2014 serán una macroencuesta-- se produce un maremoto que arrasa el sistema que alumbró la transición. En ningún sitio está escrito que eso tenga que ocurrir a causa de la crisis. El temor a lo desconocido también puede bloquear los ímpetus por hacer tabla rasa.

Cuestiones internas

Sin embargo, a los grandes partidos españoles y catalanes les esperan en los próximos meses retos internos que amenazan con comprometer su futuro sin que haya que esperar a que la prima de riesgo vuelva a dispararse. El PP no va a desembarazarse delcaso Bárcenas con el exasperante mutismo deRajoy. La bomba de relojería se ha puesto en marcha con el extesorero en la cárcel y Aznaragotando la paciencia. Al PSOE tampoco le queda mucho para decidir qué hacer conRubalcaba tras la inesperada retirada de Griñán. En breve tiene que esbozar una propuesta federal a la que pueda agarrarse el PSC. Si la oferta no es creíble, dejará al partido hermano al pie de los caballos. Cuando los ritmos se aceleran --y ese es el caso de Catalunya-- es muy difícil pedir paciencia si al otro lado no hay nadie con quien dialogar. Y no lo tiene mejor Convergència, con su particular vía crucis del Palau, camino ya del Calvario --escala previa a Itaca- y con las relaciones con Unió en su momento más crítico en 34 años. Un cúmulo de cuestiones por resolver que auguran más de un trompazo sonado antes del 2015.