La clave

De Millet a Bárcenas

ALBERT SÁEZ

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Los dioses han hecho coincidir en eltimeline las calificaciones fiscales delcaso Palaucon el descubrimiento de una nueva cuenta deBárcenasen Suiza con otros 25 millones de euros. Concluye el fiscal queMillet se embolsó hasta 7 millones de euros. En total desaparecieron más de 18 millones, de los que hasta 6,6 pudieron acabar alimentando las arcas de Convergència Democràtica. Si aplicamos el baremo, al PP le habrían llegado víaBárcenas al menos 40 millones de euros para repartir en sobres de color marrón entre su junta directiva. Todo apunta a queBárcenasyMilletpodrían ser dos de loscobradores del fracmás destacados y longevos del peculiar sistema de financiación de los partidos políticos que se forjó en la transición española. Serían el eslabón perdido, los que reciben dinero que no se puede preguntar de dónde viene y que por tanto lo hurtan pensando que nadie se atreverá a preguntarles a dónde va. Un mal necesario como lo fue en su momentoCarlos van Schouwenen el famosocaso Filesa. Una carcoma que ha ido perforando las bases de nuestra democracia hasta dejarla a los pies de los leones del populismo.

¿Todos son iguales?

Llegados a este punto entramos en el pantanoso debate sobre la calidad ética de la política. Nos movemos entre el clásico «todos son iguales» cimentado en la impunidad que recubre este tipo de prácticas, y las apelaciones a los miles de políticos que hacen su trabajo sin robar. Ambas cosas son ciertas. Todos se comportan de la misma manera porque casi ninguno ha solventado el drama de la financiación de sus actividades. Hay cientos de miles que lo hacen sin robar, pero las estructuras que los seleccionan y que los encumbran al poder están contaminadas por esos sistemas de financiación.

Bárcenases un funcionario del PP que jamás ha tenido otro oficio ni otro beneficio. Su fortuna, legal o ilegal, solo puede venir de actividades relacionadas con ese partido. Más o menos comoMillet,que ofreció a CDC el paraguas de su ilustre apellido y del templo catalanista que dirigía para hacer el trueque. Los mismos perros con distintos collares.