LA CLAVE

Adoctrinar en las aulas

ENRIC HERNÀNDEZ

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Para entender por qué el Gobierno aprueba una reforma educativa que torpedea el sistema de inmersión lingüística, relega al catalán e impone el castellano como lengua vehicular, no escuchen al ministroJosé Ignacio Wert, obligado, en razón de su cargo, a fingir que gobierna en pos del interés general y libre de cualquier prejuicio ideológico. Mejor presten atención a la palabras de la popularMaría Dolores de Cospedal: "Los docentes asumen la labor más importante que se puede realizar en una sociedad, que es enseñar a las generaciones venideras no solo contenidos; también a querer y defender a su país. Un modelo educativo vertebra a la nación y hace que los futuros españoles sepan que deben sentirse orgullos y defender a su país".

Otro de los objetivos de la LOMCE es, segúnCospedal, derogar el modelo educativo aprobado por el PSOE porque "pretende adoctrinar". De lo que se infiere que impartir valores cívicos en la asignatura de Educación para la Ciudadanía comporta un deleznable adoctrinamiento de los alumnos, pero no así inculcarles el orgullo de pertenecer a la nación española o conceder valor académico a las clases de Religión.

Los fogones de la FAES

La reforma educativa del PP va, por tanto, mucho más allá de la potenciación del castellano en las escuelas, que no es un fin en sí mismo sino un instrumento al servicio de un proyecto de mayor alcance: combatir desde las aulas sentimientos de pertenencia nacional distintos al pura y genuinamente español. Parte el Gobierno de la premisa de que si en Catalunya hay una pulsión independentista no es porque el encaje político en España esté cada vez más lejos de quedar resuelto, sino porque los maestros instruyen desde pequeños a los escolares en el odio visceral a España. Y el propósito de esa cruzada, largamente cocinada en los fogones de la FAES deAznar, es inequívoco: reconquistar Catalunya desde las escuelas.

Resulta paradójico que para hacerlo el Ejecutivo imponga un modelo, la segregación de los alumnos en función de la lengua, que rige desde hace lustros en Euskadi, donde el "orgullo" nacional español sigue sin acabar de cuajar.