LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 4.0

Internet de las cosas, siglo I

El IOT World Congress plantea los retos de la cuarta revolución industrial que prevé llevar la robotización a las fábricas y conectar las máquinas a internet

CARMEN JANÉ / BARCELONA

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La revolución industrial 4.0, el internet de las cosas (IOT, en sus siglas inglesas), todavía está en sus estados iniciales pero cuando arranque de verdad va a cambiar el mundo. Es el mantra común del IOT World Congress que se ha inaugurado este martes en el recinto de Gran Via de Fira de Barcelona con éxito de público. "Ahora vienen los tecnólogos pero también los hombres de negocio para ver dónde pueden invertir", afirma Bill Hoffman, presidente del Industrial Internet Consortium, la entidad que organiza el programa de conferencias sobre producción industrial, procesos de negocio, salud conectada, transporte, energía y comunicaciones.

Y es que la digitalización de las industrias, algo en que todo el mundo coincide que no tiene marcha atrás, prevé más eficiencia en la gestión pero también fábricas robotizadas sin más empleados que los ingenieros de sistemas. "IOT pemite que en India accedan al médico por sistemas de videoconferencia, aumentar la eficiencia de los cultivos en EEUU o controlar mejor la producción de energía y de cadenas de producción en todo el mundo", señala Hoffman, que no duda en admitir que muchos de los empleos industriales que ahora conocemos se van a quedar por el camino para dar paso a otros mucho más especializados. Un reto para la industria y también para los gobiernos que "han de plantearse qué valores quieren proteger y cómo van a gestionar el cambio de empleos", apuntaba Derek O’Halloran, del World Economic Forum. 

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"Todos tenemos la visión de que el IOT va a cambiar el mundo pero no sabemos cómo va a hacerlo", admitía ante el auditorio el secretario de Estado de Economía alemán, Matthias Machnig, que reclamaba más cooperación internacional y un marco legislativo común para hacer frente a los retos. Entre ellos, "que no se permita un monopolio como ha ocurrido en el mundo digital, donde alguien (Google) tiene el 90% de un mercado", dijo, o que se resuelva el conflicto de intereses entre seguridad y privacidad. "Si vamos a generar más datos en los próximos años que granos de arena hay en las playas del mundo, tendremos que pensar cómo lo administramos", afirmó.

DOBLAR EL ESPACIO

Así, las cosas, la muestra que, en su segundo año en Barcelona, aspira a ser el “Mobile World Congress de las cosas conectadas” ya ha pedido doblar para el 2017 su espacio en la Fira, que ahora es de un único pabellón con 160 expositores. Hay varias empresas catalanas que buscan su lugar en este cambiante ecosistema donde las cafeteras se conectan a internet para contar cuánto café se consume, cómo y dónde (Vodafone); qué ropa se prueba un posible cliente (Telefónica); cómo se mueve por la tienda (Beabloo); cómo se sigue el recorrido de una maleta, un coche, una flota de vehículos o un trabajador en situación de riesgo; cómo se administran granjas a partir de una app (Agrifood) o se controlan ancianos en situación de riesgo (Eurecat). Y tanto el ‘conseller’ de Empresa i Coneixement, Jordi Baiget, como el concejal de Empresa, Cultura e Innovación, Jaume Collboni, insistieron en mostrarlas como referentes.

La revolución IOT, sin embargo, es tan incipiente que no solo lidia con consolidar su seguridad tras el ataque informático que dejó sin servicio varias webs usando cámaras y descodificadores de televisión el pasado viernes sino que aún está creando su propio lenguaje, literalmente. El Industrial Internet Consortium trabaja en un diccionario para el sector y en definir estándares que permitan la interoperabilidad de las plataformas que actualmente componen un babel de siglas y sistemas en el que triunfan las empresas capaces de comunicarlos mediante software. "No se prevé un lenguaje abierto común en los próximos años. Las multinacionales del sector (Microsoft, SAP, General Electric…) han hecho grandes inversiones y no hay un sistema que sirva para todas", asegura Hoffman.