El festival de cine fantástico de Catalunya

Sitges, que suene la música

Eugenio Mira estrena el certamen con el elegante 'thriller' operístico 'Grand piano', con Elijah Wood y John Cusack

Eugenio Mira y Elijah Wood (derecha), ayer en el Hotel Melià de Sitges.

Eugenio Mira y Elijah Wood (derecha), ayer en el Hotel Melià de Sitges.

JULIÁN GARCÍA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En el hall del Hotel Melià de Sitges, centro neurálgico del festival, hay un piano negro que nadie toca pero que queda realmente bonito como mobiliario decorativo. Ayer hubo mucho trasiego alrededor del piano porque quedaba de perlas para la sesión de fotos de Elijah Wood y Eugenio Mira, protagonista y director de la película inaugural de la 46ª edición del certamen, el thriller de vocación hitchcockiana Grand piano. Un recurso fácil pero efectivo, porque Wood interpreta en Grand piano el papel de un atribulado pianista que, durante un concierto, recibe la inquietante amenaza de un francotirador (John Cusack): si falla una sola nota, morirá de un certero disparo en el cráneo. El filme, un elaborado artificio operístico, elegante, atrevido y descaradamente inverosímil, fue recibido con buena nota en su puesta de largo en Sitges, aunque sin el desbocado entusiasmo de su presentación mundial en el Fantastic Fest de Austin, Tejas, donde llegó a ser calificado, un poco alocadamente, como «la mejor película que jamás rodó Brian de Palma».

«Me parece un elogio un poco sonrojante, pero me gusta», comenta Mira, sonriente, en conversación con este diario. El director alicantino (Agnosia) iba de un lado para otro del hall echado para delante como Groucho Marx, frenético, presa de un entusiasmo contagioso, consciente de estar viviendo un gran momento: «La película está producida por Adrián Guerra y Rodrigo Cortés, que adoran la generación de cineastas a la que yo pertenezco, los Borja Cobeaga, J. A. Bayona o Nacho Vigalondo. Cuando quisieron contar conmigo para tirar adelante el proyecto de Grand piano, te juro que me sentí como cuando Steven Spielberg y Kathleen Kennedy dirigían [la productora] Amblin y llamaron a Robert Zemeckis para hacer Regreso al futuro. Bueno, salvando las distancias, claro», dice entre risas.

PRODUCCIÓN CATALANA / Grand piano es una producción catalana con vocación internacional, rodada entre Chicago, Terrassa y Barcelona. La historia evocaría a un capítulo de La hora de Alfred Hitchcock o a un cuento de Richard Matheson para La dimensión desconocida. A partir de la mínima pero desasosegante premisa del guión de Damien Chazelle, Mira despliega una opulenta puesta en escena repleta de vertiginosos movimientos de cámara y golpes de efecto musicales que confieren al relato un aura de divertido exceso operístico. «Mi intención nunca fue desafiar a la falta de lógica o verosimilitud del guión. Vi que no debía cuestionar la historia ni intentar encauzarla, sino dejarme ir, disfrutar, relajarme y darle un tono más grande que la vida. Grand piano es una película que solo puedes hacer cuando eres joven y estás empezando o cuando ya estás de vuelta de todo. Como Scorsese hizo con Shutter Island, en la que había un guión lleno de agujeros, pero de repente llega un director y hace una coreografía gigantesca. Yo creo que Grand piano pertenece a ese género», cuenta Mira.

El director se abraza con Elijah Wood (todo un fideo)  y, juntos, se hacen bromas. Se besan, se hacen carantoñas, se parten de la risa en un photocall hilarante. Los dos meses de trabajo rodando Grand piano les ha convertido en grandes amigos. «Ha nacido entre nosotros una amistad y fraternidad que roza los límites de mi hereosexualidad. Me querría ir con él de crucero como si fuéramos dos lords ingleses en una novela de Agatha Christie, tomando te a las cinco de la tarde. Le quiero mucho», afirma Mira en tono de broma pero con rendida sinceridad. ¿Y cómo fue trabajar con John Cusack? «Soy un gran fan suyo: su frialdad, en el buen sentido, a la hora de trabajar, su rigor. Solo estuvimos una semana juntos durante el rodaje, pero hubo dos noches en las que salimos por Barcelona y no paramos de fumar puros habanos, beber gintónics y hablar de política americana. Espectacular».