CAMBIOS EN LA HOJA DE RUTA DEL MATRIMONIO COMBATIVO

El 'comando Clooney' vuelve a los cuarteles de invierno

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IOSU DE LA TORRE / BARCELONA

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La victoria de Trump fue como un gancho de derecha en la mandíbula de George Clooney. El actor cayó noqueado sobre la lona, tardó varias semanas en recuperarse del KO. Al otro lado del ring le alentaba sin desmayo la abogada Amal, su esposa, embarazada de unos gemelos que llegarán en verano. Esta es la metáfora utilizada por el actor ahora que vive la ilusión de ser padre por primera vez, cuando ronda los 56 años.

El matrimonio Clooney parece ser un modelo en conciliación que alcanza máxima expresión en la cobertura que dan a las causas de los más indefensos.

No les importa admitir que, además, rentabilizan sus currículos para elevar el eco de sus acciones. Lo explica la abogada tras comparecer en la ONU reclamando más firmeza contra la brutalidad del Estado Islámico. “No hay paz duradera si no hay justicia”. Lo respalda el actor, más relajado, durante una entrevista en Italia.

DE SUDÁN DEL SUR AL CONGO

El ídolo de Hollywood nunca ha abandonado la acción política. Como cuando se jugaba el tipo viajando a los campos de refugiados de Sudán del Sur , al Congo o daba cobertura a las oenegés que pelean por los derechos humanos en los países más complicados del planeta.

Durante la campaña electoral americana, Clooney tomó partido frente al huracán Trump y no han quedado dudas sobre en qué lado está.

Las semanas de la depresión posderrota demócrata, Clooney tuvo apagada la tele. No quería saber nada de cuanto se iba intuyendo el significado del desembarco en la Casa Blanca. Qué no sufriría Hillary Clinton. La evidencia de los acontecimientos, la asunción de lo irremediable de la presidencia de Trump, sin embargo, le han conducido al pragmatismo.

Como si fuese el hierático hombre anuncio del café de máquina, Clooney, entre sorbo y sorbo,  receta infusiones de serenidad. Aunque le rompan la cara, como en el anuncio. “Tenemos que ver cómo va gobernando”, advierte. Tras la sentencia, una mueca que suena a advertencia: “ Dentro de un año como máximo, saldrá a la luz la famosa declaración de impuestos que siempre rechaza mostrar. Entonces se verá que no posee el patrimonio que dice tener y se sabrá también con qué país manejaba sus negocios. Allí se arriesga tener algunos problemas”.

O sea que dentro de un año, quizá menos, el actor volverá a la carga. Y en tiempos de prudencia, se centra en el nacimiento de los gemelos que van creciendo en el vientre de Amal. La abogada dará a luz el próximo junio, lo que significa también un cambio de vida para esta activista británica de origen libanés, defensora de los Derechos Humanos.

DEFENSA DE LA IRAQUÍ MURAD

Tras la reciente intervención en la ONU, Amal mantiene abierta la defensa de Nadia Murad, una iraquí de la minoría yazidí, testigo de las violaciones del Estado Islámico, aunque en los próximos meses tendrán que asistirla otros abogados del bufete. “Hay que evitar el peligro, no viajará a Irak ni aquellos lugares donde sabe que no es bienvenida” es la declaración de su marido, esta semana, a un a publicación canadiense.

Congelado el combate a Trump, blindados los proyectos solidarios, los Clooney aguardan al cambio que traerán los gemelos. Lo explicó el interprete a la revista 'Paris Match', el fin de semana de los premios del cine francés: “Estamos ansiosos, cómo no estarlo, frente a tan inmensa responsabilidad”. La pareja está ahora más unida que nunca. Él desmiente la leyenda urbana de que viven separados. “La realidad es que no nos separamos más de una semana dependiendo de nuestras agendas de trabajo”. En septiembre cumplirán tres años de casados.

EEUU, ITALIA O REINO UNIDO

El ajetreo dará paso al sosiego, al inquietante sosiego, que acompaña a la paternidad. Un cúmulo de emociones que el actor envuelve con una declaración de amor hermosa: “No hay un día que no me sienta orgulloso de ser tu marido”.

 A las decisiones de elegir nombre y primeras ropitas para las criaturas que tiene cualquier pareja, a los Clooney se les añade el de fijar residencia en uno de los tres países en los que hasta ahora repartían su tiempo: Estados Unidos, Italia e Inglaterra. En estos dos últimos, seguro, estarán mejor, lejos del extraño emperador Trump.