TERREMOTO POLÍTICO EN DOS PAÍSES EUROPEOS

La victoria de Le Pen desborda a Hollande

Marine Le Pen, tras conocer su triunfo, el domingo, en Nanterre.

Marine Le Pen, tras conocer su triunfo, el domingo, en Nanterre.

ELIANNE ROS
PARÍS

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Tras la sonada derrota del pasado mes de marzo en las municipales, François Hollande se había preparado para recibir un nuevo chaparrón ante el aumento del populismo detectado por los sondeos, pero la amplitud de la victoria de la ultraderecha le ha desbordado. Mientras el Frente Nacional (FN) se ha convertido, por primera vez, en el partido más votado en Francia, el Partido Socialista (PS) ha sacado su peor resultado en estas europeas. Carente de margen de maniobra, el presidente optó por mantener su hoja de ruta: ajuste de 50.000 millones y rebajas de cotizaciones e impuestos.

En una alocución de cinco minutos -previamente grabada-, Hollande levantó acta de «la dolorosa verdad» arrojada por las urnas: «Seis de cada 10 electores no votaron y uno de cada cuatro lo hizo por el FN» en un país «fundador de la UE y patria de los Derechos Humanos». Y tras constatar «la desconfianza hacia una Unión Europea que genera inquietud más que proteger», subrayó que «Europa no puede avanzar sin Francia» ni ésta al margen de la UE. Dicho esto, mantuvo su planteamiento ante la UE:  «reafirmar la prioridad por el crecimiento», cosa que hará hoy en Bruselas. La misma estrategia que defendió hace dos años a su llegada al Elíseo y que se estrelló ante la política de austeridad de Angela Merkel.

EL TRAUMA / La diferencia es que ahora usará como argumento el espectacular avance de la ultraderecha, que ha pasado del 6% de los votos en las europeas del 2009 a cerca del 25%. Según Le Monde, un resultado «más grave» que el trauma del 2002 -cuando el FN pasó a segunda vuelta tras derrotar al socialista Lionel Jospin- y que dibuja un horizonte lleno de nubarrones para las presidenciales del 2017, verdadero objetivo de la líder del FN, Marine Le Pen.

Para el analista Dominique Reynié, los 24 eurodiputados del FN «no aportarán nada a Europa» pero encarnan la debilidad del partido del Gobierno, que obtuvo el 14% de los votos y 14 escaños. «Jamás un presidente se había visto reducido a una base electoral tan ténue», sostiene el politólogo Pascal Perrineau, para quien el FN «ha cambiado de dimensión» debido a varios factores: la crisis económica y social, el malestar hacia una clase política desacreditada y el suavizado discurso del FN.

DISCURSO BANALIZADO / La estrategia de Marine Le Pen, que en el 2001 cogió las riendas del partido fundado por su padre, ha dado sus frutos. A diferencia del xenófobo Jean Marie Le Pen, para quien el Holocausto es un «detalle» de la historia, la actual presidenta ha modernizado la imagen del partido. Su promesa de devolver a Francia su gloria perdida a base de cerrar las fronteras a la inmigración, salir de Europa y del euro ha conectado con un país refractario a la globalización.

Un discurso legitimado por la deriva del principal partido conservador, la UMP, a raíz del giro a la derecha capitaneado por el expresidente Nicolas Sarkozy en las presidenciales del 2012. Dividida y minada por los problemas judiciales que acosan a la cúpula, la formación ha visto cómo una parte de sus votantes se adhería a las ideas del FN que ella misma ha contribuido a banalizar.

Además, tanto la UMP como el PS han alentado indirectamente el euroescepticismo con un doble discurso, que consiste en culpar a Bruselas y a un «euro fuerte» de los males de Francia, como si en los últimos años no hubieran participado  -¿se acuerdan de Merkozy?- en la construcción de la política europea.