Natalie Kepikova

«¿Qué va a cambiar si voto en las europeas?»

Traductora e intérprete, 26 años. Vive desde el 2010 en Barcelona, donde acaba de tener su primer hijo.

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PRODUCCIÓ: CRISTINA CAMARERO
FOTOS: FERRAN SENDRA

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Natalie Kepikova estudiaba secundaria cuando, en el 2004, la República Checa entró en la Unión Europea, formando parte de un grupo de 10 nuevos socios con nutrida presencia del antiguo bloque del Este. «Organizamos un referendo en el instituto y me tocó hacer campaña por el no, pero ganó el , como en el referendo real», recuerda. Si Natalie hubiera tenido edad de votar, también lo hubiera hecho a favor del ingreso de su país en la UE: «La mayoría de los checos queríamos ser europeos, sobre todo porque significaba poder viajar y trabajar en otros países sin tener que pedir permisos».

Si alguien le hubiera dicho entonces que 10 años más tarde viviría en Barcelona, no lo hubiera creído. Natalie vino de Erasmus, se enamoró de un chico argentino y, tras regresar un par de veces a la República Checa, se instaló en Barcelona. Aunque le gustaría volver algún día a su país, su familia y su trabajo están ahora aquí.

Para ella la libre circulación de trabajadores es lo mejor de la UE, por mucho que «también facilite el movimiento de criminales y de drogas». Y lo peor es que aún no se haya logrado erradicar  la xenofobia. Según su punto de vista, todavía falta mucho para que todos los europeos puedan sentirse ciudadanos de pleno derecho. «En general las personas de los países exsocialistas están mal vistas. Yo aquí no he tenido ningún problema, salvo una cuestión burocrática que resolví llevando a mi hijo al pediatra privado; pero tengo una prima en Alemania y le cuesta mucho encontrar oportunidades por ser eslovaca».

Rechazo político

Berlín y Viena impusieron restricciones a la llegada de trabajadores provenientes de ocho países, incluida la República Checa, durante los siete años posteriores al ingreso de estos en la UE. «Decían que éramos iguales al resto de europeos, pero no teníamos derecho a trabajar en esos países porque el Gobierno alemán y el austriaco temían un alud de gentuza checa», denuncia.

Tal vez por eso, aunque la historia de Natalie está muy ligada a la idea de Europa, ella tiene la sensación de que las elecciones europeas le son ajenas. «Debería votar, pero seguramente no lo haré. La UE y sus instituciones son para mí algo lejano. No se sabe qué hacen por nosotros. En las elecciones de mi país sí voto, pero ¿qué va a cambiar si lo hago en las europeas?» MARC ESPÍN