CRÓNICA DESDE BARCELONA

Europa frente a Catalunya

Viviane Reding, Artur Mas, Ana Pastor y Xavier Trias, en Barcelona.

Viviane Reding, Artur Mas, Ana Pastor y Xavier Trias, en Barcelona.

MONTSERRAT RADIGALES
BARCELONA

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¿En qué pensarán los ciudadanos de Catalunya que el 25 de mayo vayan a votar en las elecciones europeas? ¿Qué determinará el sentido de su voto? ¿Y en qué pensarán quienes se queden en casa, algo que suele ocurrir en mayor proporción que cuando se trata de elegir el Parlamento español o el catalán?

No es ningún secreto que muchos ciudadanos creen que no vale la pena ir a las urnas porque el Parlamento Europeo sirve de poco y que algunos electores, con su decisión de voto, se permiten hacer experimentos que no se plantearían en unas generales, unas autonómicas, o incluso en unas municipales. Unos y otros deberían saber que estas elecciones a la Eurocámara son distintas a todas las anteriores.

Son distintas  porque, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el Parlamento Europeo tiene ahora más poder. Y porque, además, nuestro voto determinará quién es el próximo presidente de la Comisión Europea. Hasta ahora, esto lo decidían los gobiernos de los estados miembros; ahora será el Parlamento Europeo. Las familias políticas que lo componen ya han anunciado quién es su candidato. Naturalmente, que sea elegido uno u otro dependerá de la composición de la Cámara. Y no olvidemos que en Bruselas se toman decisiones que afectan a diario a nuestra vida.

En definitiva, nosotros decidiremos con nuestro voto si el jefe del Ejecutivo comunitario será el conservador Jean-Claude Juncker,  el socialista Martin Shultz, el liberal Guy Verhofstadt, los verdes Ska Keller o José Bové, etc. En la práctica, solo Juncker y Shultz, los representantes de las dos fuerzas mayoritarias, tienen opciones reales, pero pueden necesitar forjar alianzas, como ocurre en los parlamentos nacionales; o sea que la Eurocámara se asemeja cada vez más a un Parlamento «normal». No es que se haya puesto fin al «déficit democrático» de la UE, pero es una mejora substancial y los ciudadanos debemos ser conscientes de la importancia de nuestro voto.

El hecho de que en las europeas España sea circunscripción única obliga a los partidos que no son de ámbito estatal a formar candidaturas conjuntas para sumar votos en varios territorios. La paradoja es que, en algún caso, eurodiputados elegidos en una misma lista acaban en grupos parlamentarios distintos y apoyarán a un candidato distinto para presidir la Comisión.

Estas elecciones también son distintas en Catalunya porque, inevitablemente, están contaminadas por el proceso soberanista. En el debate europeo, siempre aflora la misma pregunta:  ¿Una Catalunya independiente seguiría formando parte de la UE? ¿Qué papel jugará la UE en este proceso?

En un esfuerzo de acercamiento a la ciudadanía, la UE  ha llevado a cabo una serie de «diálogos ciudadanos» por todos los países miembros. En Catalunya se han celebrado 18, y en todos, sin excepción, el proceso soberanista y el futuro de Catalunya en la UE han estado muy presentes. El más sonado fue el celebrado en Barcelona el pasado 23 de febrero con la vicepresidenta de la Comisión Europea Viviane Reding, quien pidió «diálogo y negociación» para resolver la cuestión catalana pero «sin líneas rojas» y con «mentalidad abierta».

Es cierto que el proceso soberanista habría dominado aún mucho más la campaña de las europeas si los partidos que apuestan por el derecho a decidir hubieran concurrido en una candidatura única, como algunos deseaban. Pero el debate europeo no podrá escapar a esta cuestión. Porque lo cierto es que la cuestión catalana se está «europeizando» . Ya nadie, ni siquiera en Bruselas, puede ignorar lo que ocurre por estos pagos.