Al contrataque

Un dilema insoportable

El líder de UDC, Josep Antoni Duran Lleida, llega al Palau de la Generalitat para reunirse con Artur Mas, el pasado 24 de septiembre.

El líder de UDC, Josep Antoni Duran Lleida, llega al Palau de la Generalitat para reunirse con Artur Mas, el pasado 24 de septiembre. / vmo

ERNEST FOLCH

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Hay silencios más explícitos que las palabras. No sé si se han fijado en que el activo, parlanchín, enérgico y omnipresente Duran Lleida, siempre atento a todo lo que se mueve, está sorprendentemente desaparecido desde la riada del 11-S. Cuando empezó la legislatura, muchos se preguntaban si no era él, más que Mas, el verdadero president en la sombra. La crisis económica era entonces el tema estrella de la agenda y Duran se sentía como pez en el agua. Finiquitado el ciclo de Zapatero, el destino le había reservado el papel de presentar en sociedad al PP como el partido amable que por fin, y de una vez por todas, nos trataría con dignidad. La víspera de Navidad, Duran llegó a decir que el Gobierno de Rajoy era «sólido, preparado y con experiencia», y reiniciaba así el papel clásico de nuestro hombre en Madrid. Pero el guion empezó a torcerse a una velocidad insospechada. La agenda económica fue cediendo ante la prisa soberanista, y a pesar de que logró ganar su congreso en clara oposición al ideario independentista, de hecho era demasiado tarde para enderezar el barco: ya hacía semanas que sus compañeros de viaje habían comenzado la travesía sin retorno hacia Ítaca.

Y así fue como llegamos al Onze de Setembre, con Duran asistiendo con muletas, literales y figuradas, a una manifestación que, el día antes y según él, no era independentista. Desde entonces está en un sospechoso segundo plano. El viaje de Mas y compañía lo ha llevado a un callejón sin salida: ni puede influir en Madrid, donde ha terminado su recorrido político, ni puede liderar un proceso soberanista que nunca se ha creído. Mientras los ministros y los empresarios se preguntan en público dónde está aquel Duran que siempre hacía de puente, él mantiene un perfil sorprendentemente bajo, con claros síntomas de haber quedado cortocircuitado por la situación.

Misterio insondable

A día de hoy, el gran e insondable misterio es qué hace Duran coligado con un partido que desde el punto de vista nacional verbaliza sin ambigüedades lo contrario de lo que él siempre ha predicado. Hemos dedicado todos mucha tinta, y con razón, a hablar de las contradicciones del PSC. Pero en puertas de unas elecciones constituyentes, las dos almas de CiU parecen más irreconciliables que nunca, por muchos funambulismos políticos que se hagan. La duda es colosal: ¿Duran se ha hecho independentista en tan solo dos semanas o simplemente ha agachado la cabeza? El Onze de Setembre no solo liquidó la legislatura. Permitió a CDC cambiar el argumento de la crisis por el del Estado propio y de paso logró la desactivación de Duran: he aquí uno de los grandes efectos colaterales de la aceleración soberanista. Nunca las fuerzas en CiU habían estado tan descompensadas, nunca Unió había estado tan fuera de juego. Y es que el 25-N ha situado a Duran ante un dilema insoportable: o los principios o el poder. De todas las victorias de Artur Mas, esta es quizá la más inconfesable.