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Vicente Casado: «Cada meteorito es una aventura científica intelectual»

Cazador de meteoritos. Los busca en desiertos de todo el mundo y divulga la historia que guardan.

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Su interés por las ciencias de la Tierra le llegó directamente de las montañas de León, donde José Vicente Casado nació hace 50 años. Adentrarse en cuevas y recovecos montañosos, en busca de fósiles en la roca, era una aventura cotidiana para él. Tenía gran habilidad para extraerlos. Por eso alguien le propuso apuntarse a una campaña de excavación en un yacimiento en Estados Unidos. Entre Colorado y Utah, Casado trabajó dos años buscando restos de dinosaurios.

 

–¿Cómo pasó de buscar restos de dinosaurio a buscar vestigios de meteoritos, lo que, hipotéticamente, extinguió a esas bestias?

–Fui a visitar el Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver, y allí vi los primeros: los meteoritos del Cañón del Diablo. Me impresionaron aquellas rocas que venían del espacio. Soy de la generación que vivió la llegada del hombre a la Luna, y ver restos de meteorito e imaginar de dónde venían era también un viaje. Y empecé a comprar libros del tema.

 

–¿Cuál fue su primera expedición?

–A Túnez. Fui con un buen amigo, de Corbera de Llobregat, David Allepuz. Él trabaja en la banca, pero es un apasionado de las piedras y la astronomía. Estuvimos una semana, y allí ya encontramos el primero.

 

–¿Cómo saben dónde ir a buscar?

–Caen en toda la Tierra por igual. Muchos en el mar. Se calcula que pueden caer entre 50 y 60 al año, pero que se recuperen tal vez sean solo entre cinco y siete. Pero, claro, con los millones de años que tiene la Tierra han caído miles y miles. Vamos a desiertos porque son zonas despejadas. Buscar en espacios con vegetación es más complicado.

 

–¿No envían drones a buscarlos?

–Me lo han planteado varias veces. El dron con una cámara con mucha resolución ya lo tenemos, sí, pero necesitamos la máquina que analice cada hallazgo en tiempo real. De cada 100 posibles, tal vez uno o dos lo sean.

 

–¿Usted vive de esto?

–Sí. Colecciono meteoritos que he encontrado, y que he comprado; doy conferencias, y vendo los libros que he escrito sobre la temática, y bisutería que hago integrando restos de meteoritos en pendientes y anillos [www.cazameteoriotos.es].

 

–Pero primero el hallazgo se estudia.

–Sí, yo lo traigo a la Universitat Politècnica de Catalunya, donde el catedrático de Química Jordi Llorca lo analiza. Y siempre una parte del meteorito queda en instituciones científicas. Hay meteoritos de los que cayeron grandes toneladas y pueden haberse hallado más de 3.000 fragmentos.

 

–¿Cree en la energía de las piedras?

–No, en absoluto. La energía no es ciencia. Pero respeto a quien pueda otorgar a las piedras, y a los meteoritos, incluso propiedades curativas. Yo me ciño al enfoque científico, universitario, lo demás son creencias nunca demostradas científicamente.

 

–Si energía no es, ¿qué recibe personalmente al poner un meteorito en su vida?

–Cada meteorito es una aventura científica intelectual. Tener uno en las manos es tener un cachito de ese espacio del  universo que los griegos consideraban un mundo puro. Tengo una parte del universo.

 

–¿Qué dicen los meteoritos sobre posibles otras vidas lejos de la Tierra?

–Aminoácidos y moléculas de agua, ladrillos esenciales de la vida, han sido hallados en los meteoritos. Eso ya es sugerente. Estoy convencido de que muy pronto se hallará vida a nivel microbiano y molecular. Pero vida inteligente, hombrecitos y mujercitas verdes, en eso soy muy escéptico.

 

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–Desde mañana y hasta el domingo estará en Expominer (www.expominer.com), en la Fira de Barcelona. ¿Qué explicará allí?

–Dedicaré un taller a explicar cómo distinguir un meteorito de lo que no lo es, y otro para aficionados y coleccionistas.