3. La baldosa de Puig i Cadafalch
«Su sencillez la hace emblemática»
Lapin, dibujante, grafista e ilustrador francés afincado en Barcelona, quiere filmar un cortometraje mostrando sus pies mientras camina por las calles pisando el mosaico de baldosas. Su preferida es la de Josep Puig i Cadafalch.
Lapin lleva a su hija de dos años a la Escola Bressol Cobi, de la calle de Àlaba, en el Poblenou. Justo en esa esquina con Ramon Turró, la acera está cubierta por una alfombra de baldosas creadas por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch por encargo de la casa Escofet, que en 1916 había ganado el concurso del ayuntamiento para pavimentar los bordillos de Barcelona.
Allí, en ese cruce, el ilustrador se sienta en su taburete plegable a un metro de un conjunto de losas levantadas por la raíz del árbol para dibujar en su cuaderno de viaje lo que para él es el icono de Barcelona. «La sencillez de la baldosa de Puig i Cadafalch la hace emblemática», define Lapin, con su camisa blanca de flores azules y su sombrero. Explica que llevaba días buscando un rincón en el que no fueran planas para que el dibujo cobrara ritmo y movimiento, y al final no lo encontró en el Eixample, el barrio donde más hay, sino al lado de su casa, delante de la escuela de su hija.
Al diseño con cuatro pétalos se le conoce comola flor de Barcelona y se ha convertido en un símbolo de la ciudad al ser utilizado en colores rojizos para señalizar la Ruta del Modernisme. «Es un lujo andar sobre flores», considera el artista, que siempre dibuja en blocs antiguos de contabilidad que consigue en los Encants. «Hoy ya no encuentras papeles con esta calidad», lamenta.
Primero dibuja con rotuladores y después colorea con acuarelas. Para él este pavimento hidráulico no es gris. «Lo veo de distintos colores. Refleja la luz del día. En horas matutinas tira a azul y a violeta y a última hora se vuelve ocre».
Modernismo
Autor de dos cuadernos ilustrados sobre Barcelona, ahora trabaja en uno sobre Tokio y en otro de coches, motos y aviones del siglo pasado. «Un día haré un libro sobre el modernismo barcelonés. Me molesta que Gaudí le robe la fama a Puig i Cadafalch y a Lluís Domènech i Montaner. Se merecen un buen trozo del pastel».
Le fascina la Fàbrica Casaramona, la industria textil que Cadafalch contruyó a los pies de Montjuïc para el empresario Casimir Casaramona. Hoy es la sede de CaixaForum, a donde Lapin se escapa a pintar. «Vale la pena, aunque solo sea para contemplar un edificio pensado para que los trabajadores estén a gusto».
También admira la Casa Amatller del paseo de Gràcia y la Casa de les Punxes de la Diagonal. No obstante, su edificio preferido es el Palau de la Música de Domènech i Montaner.
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