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Radmila Gurkova: «Un profesor muy bien preparado nunca aburre»

¿Por qué estudiamos inglés durante años y no lo hablamos bien? Esta filóloga de origen búlgaro tiene algunas claves

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zentauroepp40502966 barcelona 11 10 2017 entrevista para la contra radmila gur171020162337 / CARLOS MONTAÑÉS

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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Licenciada en filología hispánica e inglesa, Radmila Gurkova (Sofía, 1971) aprendió cuatro lenguas con sistemas muy distintos y la experiencia le sirvió para conocer lo mejor y lo peor de cada método. En el 2002 cofundó la comunidad de profesores de inglés Oxbridge, donde se aprende a hablar desde el minuto uno. Las clases rebasan los muros del aula y pueden hacerse desde el móvil o en un bar [en la foto, el Eixampeling de Barcelona]. 

–Nació en la Bulgaria comunista.

–Hasta los 14 años no me daba cuenta de casi nada, pero sí percibía tendencias, como la uniformidad en el vestir y en el pensamiento. Memorizábamos en forma rimada frases como «el pequeño comunista es un niño bueno: juega, ríe, estudia duro y lee».

–A los 14 años se mudó a Madrid. 

–Contrataron a mi padre para dirigir la selección española de halterofilia. Yo no hablaba español, pero en el colegio me arroparon mucho, y eso fue decisivo. Estuve callada tres meses y después empecé a hablar como si hubiera vivido allí toda la vida.

–La vuelta a Bulgaria debió ser dura.

–Vivimos en España entre 1984 y 1988 y la vuelta se me hizo muy cuesta arriba, sí. En Bulgaria todo era muy rígido y a mí ya no me gustaba que me impusieran las cosas.

–Las emociones afectan al aprendizaje.

–Tengo cuatro experiencias distintas de aprendizaje de lenguas, y cada una me ha llevado a un sitio diferente. El búlgaro es mi lengua materna; el ruso lo estudié en la escuela y puedo recitar poemas pero no lo hablo como me gustaría; el español fue una inmersión total y lo hablé muy rápidamente, y el inglés lo aprendí de una manera muy académica pero era incapaz de pedir algo en un bar de manera espontánea. 

–Métodos hay mil.

–Se habla de metodologías revolucionarias desde los años 70, pero quedan muchas huellas de lo antiguo. La actividad de rellenar huecos en los libros de texto, por ejemplo. Para mí esto es la anticomunicación.

–¿Propone que quememos los libros?

–No, el libro puede ser una guía para el profesor. Pero este tipo de ejercicios no invita a usar la lengua de manera espontánea. El profesor tiene que prepararse muchísimo material para adaptarse a las necesidades de sus alumnos, y muchos caen en la rutina de seguir el libro porque no dan abasto.

–Así pasamos años rellenando huecos y recitando columnas de verbos irregulares.

–Diez años es la media que una persona dedica a estudiar inglés en España para acabar con unos conocimientos medio-bajos.

–¿Es que tenemos algún gen que nos impida aprender lenguas?

–Aparte de que aquí se doblan las películas en inglés, no veo otra desventaja. No culpo a los profesores, al contrario. Desde que iniciamos el proyecto Oxbridge [www.oxbridge.es] nos planteamos cómo enseñar inglés. ¿Y quién mejor que los docentes para saber qué pasa en clase y qué se necesita? Se habla mucho de métodos, pero yo siempre me pongo del lado del profe, que está solo en clase. ¡Hay que romper esta soledad!

–¿Cómo?

–En educación hay que trabajar de manera colaborativa. Facilitamos el intercambio de experiencias entre profesores y entre todos se decide lo que funciona y lo que no, por eso nuestro sistema evoluciona continuamente. Hemos desarrollado una manera de inmersión en el inglés sin dolor.

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–¿Cómo es una clase en Oxbridge?

–La gramática, el vocabulario y la pronunciación se enseñan desde la conversación. Las clases no son previsibles, siempre hay un factor sorpresa, y las claves son variedad, buen ritmo y diálogo constante con el alumno. Para lograr esta aparente naturalidad hay que prepararse mucho. Un profesor muy bien preparado nunca aburre.