Gente corriente

Sònia Morell: «La radiografía del armario habla de cómo vivimos»

La asesora de estilo ayuda a mujeres y hombres a encontrarse a gusto con su modo de vestir. Abre el armario y lo radiografía.

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Ni cartas, ni bola mágica, ni la palma de la mano, Sònia Morell (Golmés, 1975) puede explicar el pasado y el presente de una persona abriendo su armario. Aunque no es esa su misión. Ella abre los armarios de quien le pide ayuda para elegir la ropa que mejor proyecta su interior. «Y la radiografía del armario habla de cómo vivimos y sentimos. Grandes cambios en el interior pueden llegar, fácilmente, interactuando con ese armario», afirma. Un espejo, suficiente valentía para conocerse y ganas de mostrarse mejor al mundo conducen a una experiencia renovadora con esta asesora de estilo y personal shopper, creadora de: www.thetrobat.cat.

–Primero tuvo que encontrarse a usted... Sí, claro. Después de años trabajando en la banca, sentí ganas de poner en acción mi vena creativa. De pequeña pasé muchas horas haciendo manualidades. Me encantaba reciclar cosas de la casa de mis abuelos. Pero luego la creatividad quedó encerrada en mí. Como en la vida de tantas mujeres, hay una época en que fácilmente te haces invisible.

–¿El matrimonio y la maternidad tienen que ver con ello? Sí. Muchas mujeres nos hacemos invisibles cuando llegan los hijos. Pero hay otros momentos en la vida en los que puedes perder de vista quién eres, hacerte invisible.

–¿Cómo logró reencontrarse con usted? Un verano me apunté a un curso de fundición de vidrio, el arte siempre ayuda a canalizar libertad, a través de la creatividad. Y dejando aflorar esa libertad, sentí la necesidad de reubicarme. Y eso pasaba por cambiar de empleo. Quería ser yo la herramienta principal de mi trabajo.

–¿Cómo llegó a www.thetrobat.cat? Me pregunté qué era lo que en realidad más me gustaba hacer, me observé para ver con qué actividades me sentía mejor. Y me descubrí disfrutando muchísimo al acompañar a mis amigas a comprarse ropa o zapatos. Un día le regalé a una de ellas una sesión con una asesora de imagen, y eso me hizo pensar. Quise dedicarme a lo mismo, pero sin hacerlo un servicio de lujo, sino ayudar, ayudar a la gente a reencontrarse, dejar de ser invisibles. Y hacerlo accesible, porque veo mucha necesidad.

–¿Se formó o preparó de algún modo? Hice un máster en imagen personal que incluía temas como el protocolo, la marca personal, el asesoramiento en general, y el acompañamiento en las compras.

–¿Qué constata ya después de haber abierto unos cuantos armarios? Que falta color en nuestras vidas, vestimos mucho de negro para pasar desapercibidos. Y eso le da seguridad a mucha gente. Nuestras zonas de confort se detectan rápidamente en un armario, en negros, grises y blancos. El armario habla de nosotros. Y no tener un espejo de cuerpo entero también dice mucho de una persona. Muchas de esas mujeres invisibles no tienen espejos. O, si los tienen, se miran y no se ven.

–¿Cómo procede en ese caso usted? Yo he acompañado a comprar el espejo y a colgarlo, es imprescindible para poder encontrarse. Debemos ser conscientes de la imagen y el mensaje que damos, preguntarnos si es lo que queremos mostrar, y todo eso para sacar nuestro mayor potencial. Y no sirve un espejo que no sea de cuerpo entero, deben entrar en él zapatos y peinado. El del ascensor no sirve. 

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–Cuando abre un armario, ¿qué hace? Vaciarlo por completo y con todo hacemos tres montones. Uno es para lo que consideramos ideal, correcto; otro para lo que se ha de arreglar, y en el tercero ponemos lo que no usamos, que podemos darlo a quien sí lo usará. Y hay un cuarto espacio para lo realmente emotivo, que aunque no lo usemos, guarda un recuerdo importante. Eso debería caber en una caja.

–¿Cuál es el perfil más habitual de sus clientes masculinos? Es muy común encontrar a hombres, solteros o separados, a los que siempre les había comprado la ropa la expareja, o su madre. Pero también los hay con ganas de redescubrirse, como cualquier mujer.