"Tuve que irme de Barcelona"

David Toro y Sandra Vigueras se han visto obligados a irse a Granollers para encontrar un piso acorde a su presupuesto

Pagaban 450 euros por un piso de 50 metros cuadrados en una finca de 1929 y para renovar el contrato le pedían 650 euros

David Toro y Sandra Vigueras, en su nuevo piso, en Granollers.

David Toro y Sandra Vigueras, en su nuevo piso, en Granollers. / NURIA PUENTES

2
Se lee en minutos
Inma Santos
Inma Santos

Periodista

ver +

"Unos 65 metros cuadrados, tres habitaciones, calefacción, totalmente reformado (excepto la cocina), bien iluminado, con un pequeño patio y bien situado". Así describe el piso de alquiler en el que dio la bienvenida al nuevo año David Toro, programador de 32 años. Por él paga 500 euros al mes. Eso sí, en Granollers, porque para encontrar un piso acorde a sus posibilidades, se ha visto obligado a pagar un peaje: renunciar a vivir en Barcelona.

Duele porque esa fue la ciudad elegida por David y su pareja, Sandra Vigueras, para iniciar su vida en común en el 2014. "Yo nací en Barcelona, es la ciudad que me gusta para vivir, pero no a cualquier precio: primero, porque no puedo pagarlo y segundo, porque tampoco creo que lo valga", explica, decepcionado. 

David Toro

Programador. 32 años

Me querían subir el alquiler del piso de 450 a 650 euros al mes para renovar el contrato y sin reformarlo.

Hace tres años, cuando decidieron establecerse en Barcelona, el mercado estaba difícil, pero en dos meses encontraron piso, "nada del otro mundo, 50 metros cuadrados y dos habitaciones, en la calle Manigua, en el barrio de Congrés, en una finca de 1929, mal iluminado y con una presión de agua escasa, pero por 450 euros estaba bien", describe David. No era un piso para toda la vida; de hecho, ya se les estaba quedando pequeño, por eso, a principios del 2016 empezaron a tantear el mercado.

"En dos años los precios habían subido demasiado y era imposible encontrar algo mejor a un precio asequible", así que estaban dispuestos a renovar por tres años más, pese a las incomodidades. Los precios seguían subiendo y, como su contrato se acababa el 20 de enero, dos meses antes se pusieron en contacto con la inmobiliaria para confirmar lo que ya sospechaban, que las condiciones habían cambiado: "Me pedían 200 euros más al mes, lo mismo que por los pisos que habían ido quedando libres en el edificio".

Sandra está en paro desde hace dos años y David cobra poco más de 1.000 euros. Y con un presupuesto de 500 euros como máximo, no tenían ninguna posibilidad de encontrar otro piso  en Barcelona. «Ni siquiera nos daba para pagar en el que estábamos y era lo más económico. En la misma zona y por debajo de 800 o 900 euros, era imposible encontrar nada», explica David. Consultaron diferentes portales e inmobiliarias, pero ni se molestaron en visitar ninguno ("¿para qué, si no puedo pagarlo?").

OFERTAS QUE VUELAN

Noticias relacionadas

Había llegado el momento de rendirse. Empezaron a buscar por Barberà del Vallès, donde David trabaja, y en poblaciones cercanas, como Ripollet y Cerdanyola. Y poco a poco acabaron en Granollers. "Al menos lo conocíamos porque allí viven mis padres", razona David. Y allí la suerte les sonrió por fin, aunque no fue fácil. "Sí, allí hay más oferta que se ajusta a nuestro presupuesto, pero si no te decides rápido, puede que antes ver el piso, ya haya volado", cuenta David. Les pasó un par de veces, por eso, en cuanto vieron el suyo, se decidieron. 

¿Y Barcelona? Tendrá que esperar, dice David, «quizá en un futuro, si mis condiciones económicas cambian y se presenta una buena oportunidad, pero de compra".