LAS PLAYAS DE LOS LECTORES

De pesca al mercado

La recomendación de Josep Maria Rosell. 58 años. Elaborador de vino de Sant Sadurní d'Anoia.

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De pesca al mercado TODOS_MEDIA_2 / JOSEP GARCIA

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MARC ESPÍN
CREIXELL

La playa de Creixell fue una zona de pescadores de la que solo queda el mar sin peces y las botigues reconvertidas en segundas residencias. Una de las botigues de mar -almacenes para guardar barcos y utensilios- la compró el bisabuelo de Josep Maria Rosell a finales del siglo XIX por 40 duros. Los pescadores empezaban a abandonar el mar para dedicarse a la agricultura y algunas construcciones quedaron en ruinas. Hubo familias, como la de Josep Maria, que las fueron comprando para reconvertirlas en residencias a pie de playa, una playa de dunas de arena natural que se mueve con el viento y la olas del mar a la tierra y de la tierra al mar. Así, cuando la playa se estrecha como un pasillo es porque la arena está debajo del agua, y entonces da igual cuanto se camine: no cubre.

A partir de los 60, el turismo desplazó a la agricultura como principal actividad económica de Creixell. Sobre los campos de algodón que había tras de la línea de botigues de mar se construyó el barrio residencial de Port Romà, armónicos edificios de no más de dos plantas. La pesca se convirtió en un divertimiento para quienes pasaban las vacaciones y los fines de semana en la playa. Josep Maria tenía dos barquitas de madera -una de remos y motor y otra de vela- que aparcaba frente a su casa y, como los antiguos pescadores, pasaba horas dejándose mecer por la mar. A solo 200 metros de la costa pescaba doncellas, sargos, herreras y serranos con los que luego cocinaba la sopa para toda la familia.

CREIXELL Longitud / anchura 2.000 m / 40 m. Tipo de playa Arena fina. Residencial. Ocupación Media. Playa familiar accesible para personas con discapacidad. Tiene un club náutico con embarcaciones sobre la arena. Con la crisis se eliminaron los socorristas y otros servicios y se perdió la bandera azul.

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Ahora es su hijo el que más disfruta del mar. La casa es un refugio para él. En el club náutico tiene un pequeño catamarán que echa al agua los días de viento. Su embarcación no sirve para pescar, pero «qué más da, si ya no quedan peces», dice Josep Maria. Él hace 25 años que dejó de intentarlo porque no quería enfadarse. En la época buena había tantos que su padre, aunque salía a la mar con dos cañas, solo tiraba una porque con las dos no daba abasto. Puede que no queden peces frente a la playa de Creixell, pero no falta pescado en la cocina de Josep Maria. Las horas que pasaba pescando las pasa ahora yendo a comprar al mercado de El Vendrell y pensando en cómo lo hará el fin de semana. ¿Qué tal un suquet? ¿Y a la zarzuela? Tal vez una caldereta... ¿O mejor a la plancha? No, este domingo, a la brasa.

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