MARÍA PILAR PARDO. HOSPITAL DEL VALL D'HEBRON

«El personal estaba desbordado»

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Una crisis que ella define como «un pequeño ictus» -obstrucción en una arteria cerebral- llevó el pasado abril a María Pilar Pardo, de 54 años, al servicio de urgencias del Hospital del

Vall d'Hebron, donde quedó en observación en un box dotado de cinco camas, en cada una de las cuales había un enfermo. «Me empezaron a hacer pruebas, con pocas atenciones, porque el personal estaba desbordado -relata María Pilar-. Estuve allí cinco días, compartiendo los problemas de los otros cuatro enfermos que estaban en el box».

No se lo desea a nadie, prosigue. «Si no tienes algún familiar que esté contigo y te atienda, estás perdido. Yo estaba inmovilizada, porque no querían que me moviera, y cada vez que necesitaba la cuña para orinar era un sufrimiento. Suerte que venía mi hija». Su relato no es «una reclamación», puntualiza, sino «una queja por tanto colapso»«Los médicos, superbien. El box, mal», sintetiza.

Esta paciente, a juicio de la mayoría de médicos que atienden las urgencias del Vall d'Hebron, hubiera debido ser trasladada a una cama de la planta de neurología un día después de llegar a urgencias. Si no sucedió así, explican, es porque no había camas disponibles.

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Vall d'Hebron, dotados de cama y no de camilla, están preparados para que los pacientes pasen allí «ocho horas o algo más», y admiten que si ese plazo de supera es debido a alguna anomalía. Que los boxes estén siempre ocupados no debe ser motivo de queja, añade la dirección, ya que están preparados para que así sea.