"La sociedad se basa en el dinero, no en el amor"

J. Marcús (Barcelona, 1968), un nombre artístico escueto en homenaje a su madre, bailarina clásica, de quien tal vez heredó la vena artística. El cineasta Agustí Villaronga ha elegido sus melodías para la película 'Incerta glòria', que se estrena el viernes

- Solo pude cursar hasta la EGB. Mi madre se murió cuando yo tenía 11 años, y mi hermano y yo tuvimos que buscarnos la vida. Me puse a fregar platos. Siempre había soñado con componer, pero a veces la vida, la necesidad, te empujan por otros caminos. A los 20 años, tuve un hijo.

-Más lucha. -Me puse a trabajar de mensajero y, de forma casual, con los recados de la moto, conocí a Raúl Román, entonces propietario de una productora publicitaria. Como me vio despierto, comenzó a llevarme a rodajes. Quería enseñarme el oficio de montador.

-Pero ahí quedó la cosa. -Cuando llegaron los Juegos del 92, me puse a trabajar de albañil; tenía que salir adelante, necesitaba dinero. Por eso digo que la vida te empuja y… Siempre he tenido que trabajar, trabajar, trabajar. 

-Ya. -Fui haciéndome mis clientes: un baño, una cocina, un piso entero. No me iba mal hasta el batacazo de la construcción. Hace más de tres años que no hay faena; con mi esposa, vamos pasando a trompicones.

-Pero ha vuelto a sus esencias. -Conseguí algunos programas informáticos y me puse a ello.

-¿Sin haber estudiado música? -Nada de nada, todo es intuición. Como me apasiona, tengo una colección de música de cine muy completa. Entre mis compositores favoritos están Ennio Morricone, James Horner y John Barry.

-¿Cómo lo hace? -Compongo con un secuenciador, que es como tener un estudio con múltiples pistas que te permiten grabar varias veces. Así, puedes ser cualquier músico de la orquesta, el violinista, el pianista.    

  -Aun así, me deja sin palabras.

 -Agustí Villaronga y la productora Massa d’Or tenían pensado poner una orquesta, pero en vista del buen resultado de sonido que conseguí, no hizo falta. Hoy en día, también Hollywood trabaja así. 

-¿Cómo llega al director? -A través de Raúl Román, a quien había conocido trabajando de mensajero.

-¡Pero si habían pasado 30 años! -Por internet, no había manera de localizarlo. Busqué y rebusqué hasta que di con su teléfono. Raúl me recordaba y le mandé una muestra. Fue él quien me puso en contacto con Villaronga para componer la música de El testament de la Rosa, un documental sobre la actriz Rosa Novell. 

-Debió de gustarle. -Dos años después, compuse una canción especialmente para él; se titula El enigma. Y al final se ha quedado como el tema principal tema de la película. 

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-Agustí Villaronga es exigente; no se habría conformado con cualquier cosa. -He disfrutado y sudado mucho. Cuando comentábamos Incerta glòria, siempre llevaba conmigo una libreta para tomar apuntes. Él me transmitía las sensaciones que debía expresar la música en cada secuencia: emoción, tristeza, misterio…

-¿Cuál es su sueño ahora? -Seguir en la música. Venir al mundo y trabajar en lo que te obliga el sistema es convertirte en un esclavo. La humanidad está muy atrasada en este aspecto porque ha basado la sociedad en la economía, el dinero, en lugar del amor. Así creamos gente egoísta, personas que abusan de las demás.