LAS PLAYAS DE LOS LECTORES

La mar de Angelita y Sorolla

La recomendación de Angelita. 57 años. Encargada de chiringuito de Blanes.

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La mar de Angelita y Sorolla TODOS_MEDIA_2 / FERRAN SENDRA

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MARC ESPÍN
LLORET DE MAR

Se podría decir que Angelita vive en Santa Cristina porque pasa más horas aquí que en su casa.  Sus tíos la trajeron a esta histórica playa de Lloret cuando cumplió los 14 años para ver si le daban un empleo en el hostal de la ermita. La dueña, la señora Clua, alta, delgada y elegante como era, la miró desde arriba con compasión y dijo: «A ver qué hacemos con esta cría...».  Y la cría creció y trabajó como una mula, hasta el 2002 en el hostal de Santa Cristina y desde entonces en el chiringuito de la playa.

Durante estos 43 años, Angelita ha aprendido a disfrutar de Santa Cristina casi sin pisar la arena gruesa, casi sin bañarse en el refrescante mar. Algunos días, al final del servicio, se sienta a contemplar la playa que el pintor Joaquín Sorolla describió así: «Santa Cristina es una maravilla, grandes pinos sobre el monte con escollos claros de color sobre una mar maravillosa de azul y verde, algo griego y estupendo». Pues sí, algo estupendo debía tener la Santa Cristina que pintó Sorolla porque es la única playa catalana representada en la exposición antológica dedicada al pintor valenciano que se puede ver hasta el 14 de septiembre en CaixaForum.

LLORET DE MAR Longitud / anchura 450 m / 40 m. Tipo de playa Arena gruesa. Residencial. Ocupación Alta. Playa familiar con bandera azul. Con lavabo y alquiler de hamacas, sombrillas y patines de pedales. Desde el aparcamiento se accede por un camino ancho, pero sin asfaltar y con una gran pendiente.

Única es también la procesión marítima de Santa Cristina, patrona de Lloret y de los pescadores, que se celebra cada 24 de julio en la playa desde hace más de 400 años. Los restos de la Santa -Sa Relíquia- desembarcan en la arena y son llevados a hombros hasta el promontorio de la ermita donde se celebra la misa y se sirve el rico, tradicional y esperado estofado que aglutina multitudes. Angelita ha servido centenares de platos de este estofado, que según le contaron se empezó a servir para que los pescadores que participaban en la procesión comieran algo diferente al pescado por una vez.

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La playa de Santa Cristina que Angelita guarda en su memoria es la del trabajo, pero también es la de las emocionantes ascensiones con los restos de la patrona hasta la ermita y la de las buenas conversaciones con los clientes, a los que ha servido miles de paellas y por los que adora dejarse seducir cuando le dicen que vienen solo para verla. El día que se jubile lo echará de menos, seguro. Igual entonces vuelve a la maravillosa mar de azul y verde que decía Sorolla para darse los baños que no se ha dado en estos 43 años.

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