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"Libros y amigos, si veo que conectarán, los uno"

Emma Gràcia es librera, hija y nieta de libreros, pero su amor por los libros es un viaje mucho más personal

 Emma Gràcia, hija y nieta de libreros, atiende la librería de Pedralbes Center.

 Emma Gràcia, hija y nieta de libreros, atiende la librería de Pedralbes Center. / MIREIA REYNAL

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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En un ascensor, en la cola del supermercado o incluso, en un concierto. Esta mujer saca un libro del bolso cuando menos te lo esperas. Antes que un silencio, un libro. En sus conversaciones siempre hay una buena recomendación. No trata de vender el libro en sí, ansía mucho más destapar esos canales internos por los que el deseo permita que una historia escrita se deslice hasta el lugar donde residen nuestras emociones. Emma Gràcia (Barcelona, 1972) sabe que los libros son compañía y expenden los billetes más 'low cost' de viajes a destinos inalcanzables mediante ningún otro transporte. 

- ¿Cómo define su relación con los libros? Creo que es pura adicción. Yo me he preguntado también por qué estoy tan loca por ellos. Algunos dicen que es genético. Mi padre, Manel Gràcia, ha regentado hasta ahora la librería familiar [Salas Llibreteria; Jaume I, 5, en Barcelona, que a finales de agosto cierra por jubilación]. Tomó el relevo de mi abuelo, Emilio Salas, que fue quien me caló a mí el amor por la lectura. Yo, solo con tener libros cerca me siento bien, tranquila.

- El póster de un atractivo Steve McQueen leyendo y la frase Reading is sexy (Leer es sexi) también la acompaña en su lugar de trabajo, en la planta -2 de La Llibreria de Pedralbes Center. ¿Qué hace sexi la lectura? La buena conversación que te asegura.

- ¿Qué más encuentra usted en ella? Un libro te abre los ojos. Yo con ellos he aprendido muchísimo, cosas que no aprendí en la escuela, que el sistema educativo no supo darme y no sabe dar aún. Los libros dan respuestas que no están en otro sitio. Y son viajes en el tiempo, nos dan a conocer a gente que ya murió, vives lo que te apetece discretamente. Tener libros en casa es como tener profesores al lado. Y si tienes un mal día, un libro te lo arregla, te rescata.

- ¿Qué veía en su abuelo que lleve a pensar que él también recibía eso de un libro? A él no se le hacía nada extraño, no se escandalizaba por nada, había leído mucho, la lectura lo hizo un hombre mucho más abierto que los de su época, muy libre y sin miedo, y más contento de sí mismo.

- Y de su padre, ¿qué ha aprendido? A ser muy honesta. En la librería familiar aprendí que no se puede vender por vender. Estamos jugando con el tiempo y los sentimientos de la gente, y la honestidad es un pilar básico al frente de una librería.

- Pero usted no se ha leído todo lo que puede llegar a recomendar... Con los años de trato con el público y con las editoriales, y habiendo leído a muchos autores y a traductores, desarrollas un sexto sentido. Conocimiento e intuición fluyen juntos en la recomendación. Los libros y los amigos, si veo que conectarán, los uno, los tengo que presentar.

- ¿Dónde se le da mejor hacerlo, además de la La Llibreria de Pedralbes Center? Uy, lo hago en todas partes. Cuando un libro creo que se ha de vender, me lo llevo conmigo y en cualquier sitio lo saco y pregunto si lo conocen. También a desconocidos, ¡eh! Otros ya me conocen, como el camarero del Harlem Jazz Club; cuando ya recoge, a veces me acerco y le digo: "Te traigo unas cosas para que las veas". En conciertos, a las tres de la mañana, he vendido bastantes libros, también muchos los regalo. 

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- ¿Y en la librería, cómo convence mejor? Pues, por ejemplo, a las madres, que veo que siempre gastan en libros para sus hijos y no para ellas, les presto uno y les digo: "Si no te gusta, me lo devuelves. Si te gusta, me lo pagas". Primero los compro y luego los patrocino. Así he ganado mucha clientela. Es un privilegio que unas galerías comerciales tengan una librería. Compitiendo con pasteles y joyas, la guinda la ponen los libros, que es la compra más inteligente.

- Hablando del sexto sentido: decía haber leído a autores y a traductores también... Sí, los traductores hacen muy buen trabajo. ¿Sabes lo que nos hubiéramos perdido sin ellos? Es como cuando se hacían aún las misas en latín. ¿Cómo llegabas a Dios? Hay traductores impecables, y otros no tanto pero que clavan el acento y el tono.