La encrucijada socialista

Las primarias acentúan la autocrítica en el PSC

Los candidatos de Barcelona admiten errores en un debate con ciudadanos

Proponen reforzar los distritos para detectar casos de exclusión social

Cinco lectores de EL PERIÓDICO plantean sus preguntas a los candidatos a las primarias del PSC de Barcelona. / MÒNICA TUDELA

Cinco lectores de EL PERIÓDICO plantean sus preguntas a los candidatos a las primarias del PSC de Barcelona.
Los lectores opinan sobre su encuentro con los candidatos de las primarias del PSC.

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JOSE RICO

Más allá de cual sea la participación este sábado, el experimento de las primarias abiertas del PSC de Barcelona ya ha conseguido un hito. La nula confianza que inspiran los políticos hoy ha obligado a los candidatos que se disputan el cartel socialista en las municipales del 2015 a un ejercicio tanto o más insólito que el propio proceso de elección: la autocrítica. Ante cinco ciudadanos, tres mujeres y dos hombres de edades y perfiles diferentes, reunidos en un encuentro organizado por EL PERIÓDICO en el bar Salambó de Barcelona, los posibles alcaldables del PSC confesaron los errores propios y ajenos que explican por qué el electorado de izquierda ha dado paulatinamente la espalda a un partido que, en la capital catalana, llegó a tener el 45% del apoyo electoral tres décadas atrás.

El mérito fue de Alejandra, Rodolfo, María Jesús, Adrián y Anna. Cara a cara durante unos cinco minutos con cada candidato, forzaron a Laia Bonet, Jaume Collboni, Rocío Martínez-Sampere, Jordi Martí y Carmen Andrés a pronunciar frases como las siguientes. Sampere: «Los partidos siempre salimos de nuestros congresos diciendo que nos hemos de abrir a la sociedad y después seguimos haciendo lo de siempre. Y si alguien hace lo de siempre, no obtiene resultados diferentes». Collboni: «Decepcionamos a nuestros electores porque hicimos cosas que no se esperan de un partido socialista, como la reforma exprés de la Constitución. Para mí, esa fue una gran traición. Es un ejemplo de claudicación ante el golpe de Estado de los mercados a la democracia». Bonet: «Difícilmente nos abrazará la gente si no sabemos dónde estamos, ni adónde vamos. Tú no te abrazarás con alguien que no sabes si está aquí o está allá».

Esta descarnada radiografía -hecha por dos aspirantes del sector crítico, pero también por el favorito para la cúpula del PSC- fue fruto de la pregunta de una confesa exvotante socialista. María Jesús Fernández, de 60 años y residente en Les Corts, técnica en relaciones públicas y psicóloga, interrogó a los candidatos acerca de la «falta de liderazgo» del partido, y no titubeó a la hora de señalar culpables: «El señor Pere Navarro ha decepcionado a muchos votantes catalanistas del PSC». Los dardos al primer secretario sirvieron de colchón para la artillería de Martí, el candidato más combativo con la cúpula.

El proceso soberanista ocupó bastante menos minutos de conversación de lo que podía esperarse, tanto en los tête à tête con los que empezó la cita como en la puesta en común posterior. El razonamiento para el flagelo general no se nutrió tanto de los vaivenes del partido con la consulta, sino del excesivo acomodo al poder (sobre todo, cuando se tuvo a un lado y otro de la plaza de Sant Jaume) y la traición a los principios inspiradores de la sigla.

Actitudes y valores

Haciendo valer su condición de candidata «de las bases», la más clara en este sentido fue Carmen Andrés: «Hemos tenido actitudes impropias de un partido de izquierdas. Si trabajamos en clave electoralista y queremos contentar a todos, mucha gente no nos cree y se descuelga. No podemos agradar a todo el mundo». Bonet y Collboni coincidieron en esta cuestión y convirtieron la autocrítica en un torpedo contra Martí y su actuación como batuta del grupo municipal. «A fuerza de afirmar que somos un partido de gobierno, hemos dejado de dibujar una alternativa», afirmó Bonet.

«Hemos sido demasiado responsables y no marcamos desde el principio las diferencias con CiU», terció Collboni en respuesta a Rodolfo Barbero, un jubilado de la SEAT y exsindicalista, que acusó al PSC de actuar con demasiado «buenismo» frente a la derecha. Martí tuvo que defenderse: «Algunos nos jugamos el tipo para evitar el viraje brusco a la derecha que al final se ha producido. Cuando nos traicionó, pasamos a ser un partido de lucha».

La autocrítica colectiva gustó, pero los propósitos de enmienda parecieron no convencer tanto a los ciudadanos. María Jesús, por ejemplo, consignó «muy buena voluntad» en los discursos, pero apenas dio crédito a los compromisos de los candidatos en temas como la sanidad, la dependencia y el transporte público, por los que se interesaron Alejandra García -de 26 años, diplomada en arquitectura técnica- y Anna Pérez -de 32 años, bióloga y trabajadora de la Agència de Salut Pública de Barcelona-. Sampere aprovechó para recordar una de sus promesas en caso de llegar a la alcaldía: no presentarse a la reelección si no cumple «unos mínimos compromisos básicos» del programa electoral.

Sobre dependencia, Bonet y Sampere apostaron por reforzar las políticas de proximidad; Collboni planteó mejorar la oferta y las ayudas para gente mayor; para Andrés la clave es el aumento de los apartamentos y los trabajadores sociales, y Martí puso sobre la mesa la necesidad de contar con una renta mínima garantizada y transporte público gratuito para las personas más vulnerables. Todos coincidieron en que los distritos deberían reforzar sus competencias y recursos para poder detectar más rápidamente situaciones de exclusión social. Ese fue el principal consenso del debate, además de la crítica previsible al alcalde Xavier Trias por haber creado «barrios de primera y de segunda».

Transporte público

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Al abordar la carestía del transporte público, los candidatos se llevaron un coscorrón de Alejandra, que les recordó que bajo mandato del PSC también se subieron las tarifas. Todos culparon a Trias por no atreverse a «plantar cara» al Govern de Artur Mas para frenar los incrementos. Collboni defendió el transporte como un «derecho de ciudadanía» y apostó por crear una tarifa social. Sampere advirtió de que la solución no llegará si no se reformula la red de Rodalies. Y Andrés se quejó de que, en esta materia, se trabaje demasiado «en términos empresariales, y no sociales».

Adrián Pérez, pintor autónomo de 29 años, cerró el debate con una pregunta envenenada: si el ganador de las primarias incorporará al resto de competidores a su lista. Aquí también hubo consenso en la respuesta: de entrada, no. Pero los cinco prometieron apoyo sin fisuras al vencedor. En 24 horas tendrán que empezar a demostrarlo.