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«Si las personas sufren, es que el sistema no funciona»

'Gracienc' de origen mexicano, la experiencia de migrante de Mariano Flores amplía la visión sobre los refugiados

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zentauroepp36950418 barcelona 19 1 2017 mariano flores d origen mexic s p170210184002 / JULIO CARBÓ

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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Coincidiendo con el concierto solidario de este sábado y a una semana de la manifestación por los refugiados, Mariano Flores (Monterrey, 1975) habla de una iniciativa menos mediática, de resultados más lentos, pero igual de ambiciosa: la Xarxa Educativa de Suport a les Persones Refugiades. La entrevista transcurre en la Escola Patronat Domènech del barrio de Gràcia de Barcelona, una de las casi cien entidades que forman la Xarxa. La fachada del centro está decorada con grafitis y pancartas con el lema «Volem Acollir» y alguien ha escrito: «Amb els diners de qui?»

–Es lo que piensa parte de la sociedad. Estas reacciones demuestran que tenemos déficits a nivel de convivencia, participación y democracia. Los espacios educativos son una oportunidad para generar ese ámbito de confianza donde todo esto salga y se pueda trabajar. ¿Que un chico dice que por qué le van a dar una casa a un refugiado y a él no? ¡Pues vamos a trabajarlo! Si las personas sufren, es que el sistema no funciona y si lo reflexionamos juntos desde el enfoque de los derechos y la justicia, en algún punto coincidiremos.

–¿Cómo comprender, es decir, cómo hacer propio lo que no se sufre directamente? Alguien me preguntaba un día: «¿Tú conoces personas refugiadas?». Tardé en contestar y finalmente le dije: «Sí, aquí mismo». Quizá suene muy fuerte, pero el dolor que vive una familia que tiene una orden de desahucio podría ser equiparable al de los refugiados que huyen de la guerra.

–Para quien lo sufre, sin duda, lo es. Yo lo vinculo a los resultados finales, a cómo se truncan los proyectos vitales de la gente, sea por una guerra o por un desahucio. Podría sucederle a cualquiera de nosotros en cualquier momento porque somos una especie vulnerable e interdependiente.

–Su propia experiencia lo demuestra. Yo nací en Monterrey y vivo en Barcelona desde hace 13 años. Históricamente, Monterrey es como el centro empresarial y financiero de México. Tenía una tradición emprendedora y la gente compartía valores de esfuerzo, trabajo y ahorro. Pero la ciudad de la que yo me fui ya no existe. 

–¿Por qué? A fines de los años 90 se dio, como en otros lugares, un proceso de deslocalización y desinversión. La ciudad no tenía un tejido social fuerte y perdió su espíritu. El aumento de la desigualdad y la violencia instaló la desconfianza social en los actos más cotidianos. No es tan extremo como en Siria o Nigeria, pero mis familiares se han convertido en refugiados en su propia casa.

–Usted trabaja en la oenegé EduAlter. ¿Un taller o una conferencia en la escuela bastan para sensibilizar a niños y jóvenes que crecen en una sociedad competitiva? La resolución de conflictos no se promueve con una conferencia magistral. No se trata de que las oenegés vayamos a las escuelas a dar charlas o a proponer programas de convivencia, sino que quizá lo primero que habría que hacer es preguntar.

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–¿A quién? Nosotros aportamos recursos y reflexiones, pero los protagonistas de la educación son los educadores y los alumnos. Barcelona tiene una riqueza cultural por todas las personas que han venido de fuera y entre los 25 alumnos de una clase seguro que los hay que, por su origen cultural y sus valores familiares, pueden aportar distintos enfoques de resolución de conflictos. 

–Esto va más allá de los refugiados. Ese es el eje de la Xarxa, pero dentro de este marco podemos hablar de aprendizajes necesarios para la vida, de convivencia, de sentido crítico, de derechos... Uno de los resultados del trabajo que hacemos en común ha sido que las escuelas de Gràcia se han unido para hacer acciones conjuntas. Al final, con el discurso de Obrim fronteres también estamos haciendo caer las fronteras que tenemos en el barrio.