VECINA, EIXAMPLE

Jose Palau: "Tomaba tranquilizantes para sobrellevar tanto jaleo"

Jose Palau, en el portal de su casa,en la calle de Bailèn.

Jose Palau, en el portal de su casa,en la calle de Bailèn. / JOAN CORTADELLAS

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Calle de Bailèn, finca regia, pisos de más de 160 metros cuadrados... Un paraíso, o eso le pareció a Jose Palau, farmacéutica, cuando se trasladó a vivir al principal segunda de este edificio en el 2006. Un año después, bajó del cielo al infierno. En su mismo rellano, puerta con puerta, una vivienda pasó a ser explotada como piso turístico. La cara de Jose se transforma solo de pensar en aquella época. «Llegué a tomar tranquilizantes para sobrellevarlo», afirma.

Las denuncias de la comunidad acabaron en un juicio por obras ilegales (2010) y otro por molestias e irregularidades (junio del 2013), que perdieron. Este último lo recurrieron. «Hace dos años conseguimos que el Ayuntamiento paralizase la actividad y estamos esperando la resolución del recurso», explica Jose, aliviada («esta tregua nos ha devuelto la vida») pero angustiada ante la posibilidad de que los tribunales vuelvan a fallar en contra de los vecinos.

TURISMO 'LOW COST'/ «Gente extraña que no sabes si son del piso o es que han entrado porque se han dejado la puerta abierta, durmiendo en las escaleras porque iban y venían sin llave, bicicletas atadas en la portería, vómitos y suciedad, el ascensor roto cada dos por tres por mal uso, fiesta continua de viernes a domingo desde las nueve de la noche, risas en los balcones hasta altas horas de la madrugada, gemidos y jadeos a todo volumen...». La lista de agravios y faltas de respeto parece no tener fin.

Turismo low cost: jóvenes de entre 18 y 30 años, con ganas de fiesta y de emborracharse... pagando unos 29 euros por noche  («estos pisos tienen seis o siete habitaciones grandes, más las que hayan hecho  después de tirar tabiques»). Ese es, según Jose, el perfil de los clientes que entraban y salían continuamente por la puerta del vecino y convertían la vida en la finca en un castigo.

Jose no está en contra del turismo porque, dice, es una fuente importante de ingresos para la ciudad, pero sí pide un turismo de calidad al que se le ofrezcan servicios adecuados. Y eso, en su opinión, difícilmente se puede tener reventando precios y eludiendo cualquier tipo de responsabilidad y de control por parte de quien trae a esos clientes.  A Jose se le pone el vello de punta solo de pensar en la veda abierta de licencias para pisos turísticos en el Eixample. «Si en Ciutat Vella ya se ha visto que el modelo no funcionaba y creaba problemas ¿por qué nos lo trasladan?», se

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pregunta.

La experiencia que ella ha vivido no se la desea a nadie y, en caso de que su vecino pueda reemprender la actividad, incluso se plantearía irse. «Me parecería injusto -dice-. El derecho fundamental que tenemos los vecinos al descanso está por encima de todo interés económico», concluye.