TRANSPORTE PÚBLICO
«Se invierte sin mejorar el servicio»
Alessandro Malfatti, en los andenes de la estación de França, ayer. /
Alessandro Malfatti es una de las voces reticentes que se han alzado para protestar en contra de la situación actual del transporte público en Barcelona. Sus críticas revelan un gran conocimiento del funcionamiento de los servicios de movilidad y cuando expresa su desacuerdo ante las transformaciones que se están llevando a cabo, como por ejemplo con la nueva red de autobuses o la adquisición de nuevos trenes por parte de Ferrocarrils de la Generalitat, siempre llega a la misma conclusión: «Se gasta mucho dinero de manera ineficaz y no se logra mejorar el servicio. No es que falte dinero, sino que no se aprovecha debidamente», expresa Malfatti. Como usuario activo se ha interesado en la materia y a costa de ser testigo de los cambios y de leer mucho sobre el tema argumenta que es posible mejorar la calidad de vida sin desperdiciar los recursos disponibles. Para ejemplificar su discurso cita el caso del autobús, «si se quiere mejorar su accesibilidad y reducir el tiempo de espera lo suyo sería que se intentasen arreglar los inevitables atascos y se cambiase la prioridad semafórica en vez de dar más espacio a los coches. Además, si se pone solución a los traslados terrestres tendría que complementarse de igual modo el metro, inexistente en las zonas altas de la ciudad», sentencia Malfatti.
Otra de sus puyas va dirigida a los precios, que «se tendrían que mejorar. Es evidente que han de subir, pero luego el dinero no revierte en mejoras reales», afirma Malfatti. Sin ir más lejos, a comienzos de año el precio de la T-10 -la tarjeta más usada- subió el 5,1% pasando a costar 10,30 euros, mientras que el billete sencillo experimentó un incremento del 7,5%. Este aumento, muy superior a la inflación, va destinado «a reducir la deuda acumulada de TMB, una suma que asciende a 500 millones de euros», argumentó Xavier Trias. Sin embargo Malfatti cree que el dinero se gasta inútilmente. «No se sabe qué pasará con la estación de França, un ejemplo de infraestructura mal explotada y que da medida del poco valor que se presta al transporte, una senda peligrosa en la que todos saldremos perjudicados», explica el usuario. Grupos de la oposición también han mostrado su desacuerdo señalando que rechazan el tarjetazo, «mientras se recortan inversiones y se paralizan infraestructuras claves para la movilidad como la L-9 de metro», argumentan en el PP de Barcelona.
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