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"En la ciudad, el concepto de tribu se ha perdido"

Eleonora Barone, arquitecta, estrecha vínculos entre personas de diferentes generaciones con mymo.es

«En la ciudad, el concepto de tribu se ha perdido»_MEDIA_2

«En la ciudad, el concepto de tribu se ha perdido»_MEDIA_2 / JOSÉ LUIS ROCA

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Con 38 años, y tras haberse dedicado 12 de ellos a proyectar obras como arquitecta, Eleonora Barone (Roma, 1974) dio un giro a su vida. Aprovechó la crisis de la construcción, del ladrillo, para proyectar una obra con valores, un desafío social. Su reto es poner en contacto a séniores con jóvenes. Lo sugiere a empresarios como fuente de incremento en sus cuentas de resultados. Y, con acciones concretas, trata de sensibilizar a la sociedad sobre el equilibrio, salud y riqueza que supone recuperar la conexión intergeneracional, integrar talento y capacidades de la persona sénior en un mundo en el que catapultamos al jubilado a la invisibilidad.

- ¿Por qué lo hacemos? Los cambios nos dan miedo. Por eso tapamos las canas de inmediato. Cuando alguien deja de trabajar, parece que, automáticamente, pierde su lugar en la sociedad. Pero el talento no tiene edad, ¿quién ha dicho que el talento se debe jubilar?

-¿Qué propone para que no sea así? Primero, una reflexión transversal de todos los agentes sociales. En los países mediterráneos no estamos todavía mentalizados sobre los nuevos modelos sociales y las oportunidades que brindan esos talentos que subestimamos. Solo nos asustamos y amenazamos sobre el peligro de no poder pagar las jubilaciones en un futuro inminente.

-¿Usted no lo considera un peligro real? Que no podemos pagar es un falso problema, es terrorismo psicológico, una enfermedad, una gran y muy mala excusa para no innovar socialmente, porque un tercio del mercado está aún por inventar, pero debemos activar el laboratorio ciudadano de la innovación que somos socialmente.

-Proponga usted una primera piedra. Hacer protagonistas a los mayores, acentuando sus capacidades y no dejándoles tan solo ser receptores del cambio. Solo hay que fijarse en la única publicidad que habla de ellos: dentaduras postizas; incontinencia urinaria; viajes del Imserso... Nos horroriza la obsolescencia programada de los aparatos tecnológicos, pero hacemos exactamente lo mismo con las personas que se jubilan, descatalogamos a la persona y, con ella, su talento.

-Háblenos de ese talento despreciado. Los oficios, por ejemplo. Las habilidades artesanas, ¿a quién se está traspasando esa sabiduría? Hay un herrero en el barrio madrileño de Malasaña que ni tiene aprendiz, ni ayuda a su lado. Y los oficios ayudan muchísimo a las personas y a la sociedad. Son 'mindfulness' de pleno, son el aquí y el ahora, pero tienen que ver con el patrimonio y la cultura colectivos. Habría que crear redes de artesanos y darles visibilidad, llevar esa sabiduría a las escuelas, de la mano de quienes tienen esa experiencia vital.

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-¿Qué la llevó a conectar con séniores? -Fui en busca de lo que no tuve. Nací en una familia acomodada, elegí la profesión que quise, pero apenas conocí a mis abuelos, unos porque vivían en el sur de Italia, otros murieron cuando yo era niña. Y cuando vivía en Barcelona -donde llegó con una beca Leonardo para trabajar de arquitecta, ahora vive en Madrid-, pasaba cada día por delante de la oficina de Cáritas, junto a la catedral. Un día entré y me hice voluntaria. Visité durante dos años y medio a una señora mayor. En las ciudades, al menos, el concepto de tribu se ha perdido, las generaciones hemos desconectado.

—Para reconectar, usted ha creado Mymo (Memory in motion between Young and Old,Memoria en movimiento entre jóvenes y mayores www.mymo.es). ¿Qué hacen? -Asesoría empresarial enfocada en la gestión en positivo de la edad y en la retroalimentación intergeneracional. Y creamos espacios donde poner en valor ese talento sénior. El primer viernes de mes hasta julio montamos 'Los viernes visten canas', un desayuno con charla de un sénior.