ANA A. MIRANDA. 47 AÑOS, COMERCIANTE, TERRASSA

«El dolor te priva de muchas cosas»

Ana Asunción Miranda, en la papelería que regenta en Terrassa.

Ana Asunción Miranda, en la papelería que regenta en Terrassa. / JOSEP GARCIA

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MARC ESPÍN

Doce meses. Ese es el tiempo que tuvo que esperar Ana Asunción Miranda para ser operada. «No podía sentarme más de una hora, ni conducir el coche ni ver la televisión desde el sofá», recuerda. Padece un caso doloroso de cadera en resorte (el roce con el músculo le produce inflamación) por el que debe ser intervenida quirúrgicamente cada cierto tiempo. La habían operado en el 2001 y el 2003, pero durante la primavera del 2012 volvieron las molestias. Al principio el médico pensó que tenía que ver con un problema de espalda, pero viendo que no mejoraba, en noviembre la puso en lista de espera para hacerle una artroscopia, una intervención en la articulación poco invasiva y que se controla por vídeo.

En enero del 2013 le hicieron las pruebas preoperatorias, que tenían una validez de seis meses. Según recuerda Ana Asunción, el médico estimó que en febrero la operarían, pero pasaron las semanas y nadie la llamó. En marzo fue a preguntar al Consorci Sanitari de Terrassa, donde estaba prevista la intervención, y regresó en junio antes de que caducara el preoperatorio, pero en ambos casos le dijeron lo mismo: que de momento no habían programado su artroscopia.

Durante el año que estuvo en lista de espera disminuyó notablemente la calidad de vida de Ana Asunción y la de su familia. Ella acabó habituándose al dolor, aunque reconoce que le privó de muchas cosas: desde tareas cotidianas, como pasar la aspiradora, hasta otras de ocio, como bailar o ir al cine. «Incluso ir al baño se convirtió en un problema», dice, dejando caer las palabras en un largo suspiro.

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LAS CONSECUENCIAS  / El retraso también tuvo consecuencias en lo laboral. Tras casi tres décadas llevando prácticamente sola su papelería de Terrassa, tuvo que dejar de hacer el reparto de prensa. No podía agacharse y cargar paquetes, así que pidió ayuda a sus dos hijas y a su marido. «Suerte que la mayor parte de mi trabajo lo podía hacer de pie», concluye Ana que, pese a todo, prefiere ser positiva al recordar la experiencia.

En noviembre del 2013, Ana Asunción fue operada por fin. La intervención fue un éxito. Entraba un lunes en el quirófano y al lunes siguiente ya estaba vendiendo periódicos en su papelería. Ahora está contenta, pero eso no quita que esté convencida de que sin recortes se habría ahorrado muchos meses de dolor: «La educación y la sanidad no deberían tocarse. Los políticos no tienen valores».