JOAQUIM BOS. DESEMPLEADO. 44 AÑOS

«A cualquier cosa le llaman un contrato»

«A cualquier cosa  le lllaman un contrato»_MEDIA_1

«A cualquier cosa le lllaman un contrato»_MEDIA_1 / MÓNICA TUDELA

1
Se lee en minutos
INMA SANTOS HERRERA

Contrato del 16 al 26 de junio, de 13 a 21 horas, como operador en un call center, ofreciendo una ampliación de crédito a clientes de un banco, por 300 euros. Puede parecer poco, pero cuando no se percibe ningún otro ingreso, ni ayuda, ni subsidio, como le ocurre a Joaquim Bos, eso es mucho. Para él, un oasis en el desierto laboral que atraviesa desde que se quedó en el paro en julio del 2012. En realidad, este es su segundo oasis. Al primero llegó en febrero del 2014: una semana en otro call center por 100 euros, que al final quedaron en 90, después de tener que recurrir a un abogado de oficio porque la empresa se negaba a pagar.

Joaquim tiene 44 años, es soltero y vive con sus padres, octogenarios, en Barcelona: «No me queda otra opción». Antes de quedarse en paro, había trabajado para varias empresas como auxiliar administrativo; en la mayoría de los casos con contratos temporales, pero trabajo nunca le había faltado. «Ahora sobrevivo en una economía de guerra», se lamenta.

Noticias relacionadas

Por el camino han quedado sus planes («independizarme, casarme, que aún estoy a tiempo, y tener hijos...»), que hoy ve inalcanzables, como un espejismo. Otro más, como el de tener un trabajo estable, en su desierto laboral. Poco le importan a Joaquim las cifras oficiales. «A cualquier cosa le llaman un contrato», dice escéptico. Hace poco, cuenta, fue a una entrevista y solo entrar por la puerta le dijeron que estaba contratado. «500 euros a media jornada, venta telefónica, pero tenía que pagar los autónomos -resume-. No es serio».

Tal y como está el panorama, a lo único que aspira, resignado, es a conseguir un empleo «en el que paguen». Todavía está pendiente de cobrar por su último trabajo. Aun así, dice que volvería a aceptar un miniempleo. ¿Vale la pena? «Para mí supone poderme pagar unos meses parte de la medicación para la fibromialgia». La otra parte se la cubre la Cruz Roja. Y esa es la única ayuda que recibe.