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Wara Saavedra : «Lo cotidiano es el último bastión de resistencia»

Vecina del barrio del Clot, Wara Saavedra ha llevado con discreción el hecho de ser hija de una de las activistas más conocidas de Sudamérica.

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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A los 2 años, Wara Saavedra Montaño (Cochabamba, Bolivia, 1978) ya había sido expuesta a una huelga de hambre y a dos secuestros. Su madre, la reconocida abogada, feminista y activista de los derechos humanos Julieta Montaño, usó su inteligencia, su cuerpo y sus afectos contra la dictadura boliviana y en el 2015 recibió el premio internacional Mujeres con Coraje. El pasado miércoles, Julieta habló sobre la pérdida de la inocencia en Casa Amèrica y Wara, que vive con su pareja y su hijo en el barrio del Clot de Barcelona, accedió a comentar el legado personal y político de su madre.

-Julieta Montaño se sumó a una huelga de hambre de mujeres estando embarazada. Era una situación extrema. A finales de los años 70, en América Latina aún estaban todas las dictaduras militares y, de alguna manera, el activismo no era una opción, sino un mecanismo de pura supervivencia.

-Parte de la sociedad la criticó por ello. Ella contestó diciendo que prefería que su hija no naciera a que naciera en un país donde todos sus derechos serían vulnerados, donde la podrían violar o hacerla desaparecer. Hay que sentir el mismo amor para decir esto que para parir a una persona.

-También la secuestraron dos veces con usted en brazos. Yo era muy pequeña y no lo recuerdo. Supongo que debí de vivirlo con tensión, pero fue mi madre quien lo vivió de una manera mucho más violenta. Yo no sé si en su lugar hubiera tenido el valor de hacer lo que hizo ella, pero creo que tomó las decisiones que había que tomar en aquel contexto.

-¿Qué infancia tuvo tras estos episodios? La normal en una niña de clase media con una madre muy comprometida. La política y las desigualdades sociales eran tema de conversación habitual en casa. Yo sabía que mi madre hacía algo bueno y lo vivía de forma natural. Supongo que ser la pequeña de cuatro hermanos me protegió.

-Activismo y maternidad no son fáciles de conciliar. Acceder a una cuota de poder o ejercer el derecho al activismo siempre tiene un coste personal, pero, ¿por qué eso solo se les plantea a las mujeres? ¿Alguna vez le preguntaron al Che dónde quedaba su rol de padre? Por su activismo y su compromiso social, el tiempo que he pasado con mi madre ha sido limitado, sí, pero de mucha calidad; nunca tuve sensación de abandono.

-¿Cómo es crecer junto a una personalidad como Julieta Montaño? Es complicado cuando sientes que tus acciones repercuten o se comparan con ella. Mi nombre es Wara Julieta, pero me llamaban Julietita, como una extensión de mi madre. Pensaban que yo iba a seguir sus pasos, pero en un momento determinado dije: «Yo no soy Julieta, soy Wara». Mi opción fue más el anonimato y durante mucho tiempo evité tocar el tema de género.

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-Ahora trabaja en una tesis sobre género y migración de las bolivianas en España. Ha sido un trayecto de escapatoria en círculo hasta que he llegado al mismo punto, pero ya desde mi trayectoria y no desde la de mi madre. Ha sido un descubrimiento decir: «Quiero hacer esto, pero porque soy yo y no porque soy la hija de Julieta».

-¿Qué legado le ha dejado su madre? Muchos. Hay algo muy bonito en ella y es que emana mucho amor. No tiene prejuicios ni temores, y capta la sensibilidad de los otros más allá de cualquier barrera cultural. Ahora está en Barcelona y ya se conoce la vida de la frutera, que es china. No sé si esto lo hemos heredado sus hijos, pero lo que sí queda son los valores y la sensibilidad social. Yo no he seguido el camino de un activismo visible, pero lo aplico mucho en mi cotidianidad. Lo cotidiano es el campo político más fuerte, de hecho es el último bastión de resistencia ciudadana.