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«La clase alta catalana baila sevillanas de maravilla»

Carolina Morgado bailó con Joaquín Cortés, tuvo compañía propia y ahora enseña a la crema de Barcelona

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zentauroepp38195420 sant cugat del valles 26 04 2017 entrevista con la bailaor170429214125 / CARLOS MONTA ES

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Núria Navarro
Núria Navarro

Periodista

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Las señoras de la alta burguesía de Barcelona bailan por sevillanas. Es más, muchas han viajado este fin de semana para taconear en la Feria de Abril de Sevilla o de Jerez. O en su defecto, en la del Círculo Ecuestre. La profesora que las adiestra es Carolina Morgado (Santa Coloma de Gramenet, 1978), un torbellino que a los 18 años bailó en la compañía de Joaquín Cortés y que ha participado en videoclips de Azúcar Moreno y Chambao. 

–Cuesta imaginar una Feria de Abril en el Círculo Ecuestre. Pues hay señoras guapísimas de la muerte con unos vestidazos impresionantes.

–Y caros. ¿Cuánto cuesta uno ideal? Uno básico de Yolanda Rivas –a mi juicio la mejor modista de Sevilla–, ronda los 600 euros. También viene gente de Andalucía a exponer aquí sus trajes meses antes. 

 

–Con lo contenida que es la alta sociedad catalana... En Japón, con ese punto de disciplina que tiene, con tantas normas a seguir, expresan sentimientos a través del flamenco. Puede que para algunas sea una válvula de escape. 

–¿Les da alguna instrucción para que se suelten? (Ríe) Les digo: «¡No seáis tan siesas!».

 

–¿Siesas? Insípidas.

–La hija de un extremeño y una granadina poniendo firmes a las notables. Gracias a Dios que vamos más allá de donde sea la gente. Además, 'jo sóc catalana'. 

 

–¿No se sulfuran? No he encontrado a una sola que me cuestione. También les digo que son las reinonas, ¿eh? Y que tienen que sacar el diamante que llevan dentro.

–¿Lo sacan? ¡Lo hacen de maravilla! Las sevillanas enriquecen el espíritu. Rejuvenecen, permiten compartir y mirar a los ojos a la gente. 

–Ya, pero el arte es el arte. No tienen nada que envidiar a las de Sevilla o Jerez. Lo importante es la emoción. Tuve a una alumna que era arrítmica, pero lo sentía tanto que no le podía poner un pero.

–¿Qué ven en las sevillanas lo que no ven en el regaetton? Un punto de glamur. Una mujer bailando sevillanas es muy sensual. Coquetea, seduce, se enfada, se reconcilia. 

–Es usted una buena bailarina. ¿No es frustrante tener que dar tanta clase? Me apena que no pueda ganarme la vida sobre un escenario. Pero a mí me gusta dar clases. Mi sueño es montar una escuela. Invertiré en ella todos mis ahorros.

–Tiene una trayectoria de mareo. Siempre he bailado. De niña oí a Farina, a Camarón, a Juanito Valderrama, a Los Chunguitos, a Los Calis. Y desde que a los 4 años me arranqué un verano en la Manga del Mar Menor, no he parado de bailar.

–Ole. Después de nueve años en la escuela de Yolanda Valero, a los 13 empecé la carrera en el Institut del Teatre. A los 18 hice una audición y entré en la compañía de Joaquín Cortés. A los 21 ya me lié a dar clases y monté una compañía, Aita Cia, con la que hice dos producciones. Y durante 14 años ha bailado en Color Danza. Pero necesitas apoyo, alguien que lance tu carrera. No me quejo, no. Ahora estoy en el Capitol, en Maestros de la Guitarra Española.

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–¿La llaman para fiestas privadas? Sí. Bailé en la boda de Sarah Connor.

–Guau. ¿Qué siente en el escenario? Es como si me crecieran alas y de repente pudiera volar.