CONTRACrónica

Cita a ciegas en el Salambó

Los cinco candidatos mantuvieron conversaciones de cinco minutos con cinco ciudadanos en el café de Gràcia

Los diálogos se iniciaron tímidos y arrobados y acabaron bien en alto

’Foto cremallera’. Ciudadanos y candidatos, alternados, ante el billar americano del altillo del café, el pasado martes por la tarde.

’Foto cremallera’. Ciudadanos y candidatos, alternados, ante el billar americano del altillo del café, el pasado martes por la tarde. / JULIO CARBÓ

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XABIER BARRENA

En términos urbanos el Cafè Salambó es fruto del nacimiento de una área de nueva centralidad, la que se generó al albur de la reconversión del añejo cine de reestreno Verdi en multisalas. El Salambó debe su nombre al libro homónimo de Gustave Flaubert, caracterizado por sus prolijas descripciones de los grandes banquetes que los cartagineses se metían entre pecho y espalda. Es un libro muy poco apropiado para impacientes y para aquellos que, acostumbrados a la cultura audiovisual de hoy, les puede parecer aburrido pasar páginas y páginas surtidas de detalles sobre los platos del ágape. El Salambó fue, el martes, el hogar del encuentro entre cinco ciudadanos y otros tantos candidatos. Un encuentro muy poco flaubertiano. Mucho más expeditivo: 25 citas rápidas de cinco minutos entre los cinco y Los Cinco.

Sobre la hora exacta llegó Rocío Martínez- Sampere. Pasados más de 20 minutos de la hora fijada, Jaume Collboni. Más o menos a la hora, las otras dos mujeres, Carmen Andrés y Laia Bonet. Tarde ma non troppo o non tanto Jordi Martí. Aposentados en el altillo del café, en cinco mesitas, cual partidas de ajedrez simultáneas, dieron inicio las conversaciones

Cinco ciudadanos, cinco enfoques o preocupaciones. Las hubo muy adecuadas al contexto de los comicios, el ámbito municipal y otras que no tanto. La que tuvo más morbo, aunque estrictamente la menos encajable en los límites geográficos barceloneses, fue la pregunta que María Jesús Fernández, psicóloga de Les Corts, trasladó, uno a uno, a Los Cinco. Venía a sondear esta barcelonesa a los candidatos sobre qué parte de culpa le atribuían a Pere Navarro en el bajón electoral del PSC.

Martí se frotó las manos: «Pere Navarro y su dirección se han equivocado estrepitosamente». «Hemos pasado, incluso, a hacernos fotos con el PP y Ciutadans». «No tenemos ningún liderazgo en el PSC, la dirección se ha ido disparando al pie. Es una caricatura de lo que fue el PSC. Es un error garrafal».

Bonet, también crítica con la dirección, puso más vaselina en sus comentarios: «Se ha acabado por fijar una idea, que es que no se remonta, que no hay un liderazgo», la versión PSC del alguién ha matado a alguién que decía Miguel Gila.

Martínez-Sampere empezó su respuesta a Fernández apelando a los matices: «No daré una respuesta de sí o no. El PSC pierde apoyos desde el 2003, es algo común a toda la socialdemocracia europea». Un intento, por tanto de tercera vía, a lo Anthony Giddens (cuyo pensamiento económico tan bien conoce) pero en clave interna del partido.

Andrés se apuntó a descargar de las espaldas de Navarro toda la culpa de la caída en votos: «La deriva del PSC comienza antes de la llegada de Pere Navarro. Este proceso de deriva se debe a que hemos sido incoherentes entre nuestras actitudes y nuestros valores». Eso sí, cuando se acabó el tiempo, Andrés se giró hacia Collboni y le dijo entre risas: «¡La que te espera!» Para añadir: «Yo, bien... pero otros.. lo tienen más difícil». ¿A quién se refería?

Para Collboni, el bajón tiene que ver con «la situación del país» y la «gestión de la crisis» con la modificación de la Constitución para introducir el mandato de la salvaguarda de la estabilidad presupuestaria (el déficit cero). «Para mí esta es la gran traición. Es un ejemplo de claudicación ante el golpe de estado de los mercados a la democracia».  De puntillas por la gestión de Navarro. Ni citarlo.

Confraternización

A todo esto, mientras los líderes carismáticos se fajaban con los ciudadanos, los respectivos equipos de campaña confraternizaban en la terraza de la calle de Torrijos. Había buen rollo.

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En general todas las conversaciones se iniciaban tímidamente, realmente como si fuera una cita a ciegas. «Yo soy X y me presento a alcaldable por el PSC», a modo y manera de grupo de terapia en 12 pasos, era la manera más común de presentarse. Pasados los primeros instantes, y lanzada la pregunta de los ciudadanos, Los Cinco se deshicieron en explicaciones. Era importante transmitir la sensación de que se domina, lo mismo el turismo, que la elección directa  de los concejales de distrito.

Cuando pasaban los cinco minutos preceptivos, los ciudadanos cogían su vasito y su botella de agua y se movían «hacía la izquierda, claro», comentó uno de ellos socarrón. Cayó la tarde y el altillo del local tomó color de noche.