Gente corriente

"El cine me enseñó lo fácil que es hacer el bien"

Valiente para creer en lo que de verdad importa, y con el don creativo para haber hecho del cine su gran aliado para contarlo.

«El cine me enseñó lo  fácil que es hacer el bien»_MEDIA_1

«El cine me enseñó lo fácil que es hacer el bien»_MEDIA_1 / JOAN PUIG

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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La llegada de un cáncer -o cualquier otra enfermedad que pueda ser terminal- sitúa a las personas cara a cara con lo que da título a la película de Paco Arango: Lo que verdad importa. Se estrena mañana en los cines de España, antes de hacerlo en otros países. Toda la recaudación servirá para que niños y adolescentes pacientes de oncología vayan a los campamentos que hacen posibles las fundaciones Serious Fun Children's Network, creada por Paul Newman, y Aladina, que puso en marcha y preside Arango. Su película se inspira en sus emociones y vivencias junto a esos menores con cáncer.

-¿Cómo llegó a la oncología infantil?

-Yo sentía que llevaba mucho tiempo postergando una labor altruista. Vivía dedicado a mi carrera profesional [suya es la idea original de la serie Ala Dina, emitida por TVE del 2000 al 2002,y suyo es el guión y realización de Maktub (2011), que obtuvo tres nominaciones a los Goya, y como cantautor hizo cinco discos], pero sentía una necesidad.

-¿Cuál?

-Me obsesionaba la idea de devolver la suerte que he tenido. Llegué al mundo en 1967, en México, el país al que habían emigrado mis abuelos, en el seno de una familia sana y sin problemas económicos. Estudié Arte Dramático y Filología Francesa en Boston.

-Y, de repente, puso el freno de mano...

-Un mes antes de mi boda, en el 94, lo dejé todo, hice un cambio de rumbo. Me dediqué a preparar las series Ala Dina El inquilino, ya haciendo mis visitas al hospital.Le pedí a un amigo que me buscase una causa a la que aportar mi tiempo y empezar a retornar esa suerte que me hacía sentir privilegiado en el mundo. Y una tarde a las 16.30 llegué a la planta de oncología del Hospital Niño Jesús de Madrid. Ahí cambió tanto mi vida que en el 2005 decidí hacer un parón para dedicarme de pleno a ello.

-¿A qué en concreto?

-A acompañar a niños y adolescentes en su estancia en el hospital, yo y voluntarios de la fundación Aladina (www.aladina.org). Intentamos aliviar su preocupación y la de sus padres y, sobre todo, la desesperanza, en esos casos más difíciles. He visto cosas tremendas, pero también cosas maravillosas. A nadie flotando, pero sí muchos milagros en forma de amor y supervivencia.

-Usted ha hecho del cine su gran aliado para dar a conocer historias basadas en experiencias humanizadoras. En sus momentos bajos, ¿cuál es su aliado?

-Mi mejor alianza en momentos de desesperación es la gente más allegada a mí en el hospital. Hay muchas personas detrás de lo que yo hago que acompañan esa labor, y  con ellas comparto mis desalientos. Y mi perro Batman también me ayuda mucho.

-En su película se habla de la valentía de creer. ¿Por qué creer requiere valentía?

-Porque hoy en día junto al verbo creer hay un gran tabú. Para expresar la esperanza y la fe que uno siente hay que ser valiente. Yo no creo realmente que todo se termine aquí, y para un padre que ve marchar a su hijo la esperanza en ello puede determinar que no pierda la cabeza. Hay una cosa mucho más importante que vivir o no vivir, algo por encima de ello está en juego.

-¿Qué es?

-La verdadera victoria es ayudar a encontrar la paz interior. Sobrevivir, curar, es lo deseado, pero a veces no se logra. El verdadero ganador es el que consigue sentir paz a pesar de ello, y de eso van mis películas.

-Mensajes y causas por una entrada.

-El cine me enseñó lo fácil que es hacer el bien. Una uci y una unidad de trasplante de médula se han creado gracias a él.

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-¿Qué es lo que de verdad importa, pues?

-Vivir la vida como un regalo y dejar el mundo algo mejor de cómo lo hallamos. Cada cual puede elegir su causa.