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Carmen Picot: «He tenido la satisfacción de gustar al público»

A sus lúcidos 97 años, la exvedete y madre de la mítica Christa Leem repasa toda una vida dedicada al espectáculo

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zentauroepp39768631 contraportada carmen picot wernoff mare de christa lem f170901182734 / RENATA RAINERO

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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Cuando, en julio pasado, el director del Circ Històric Raluy, Carlos Raluy, volvió a subir la persiana del histórico London Bar del barrio del Raval de Barcelona para anunciar que había heredado el local, se encontró con la visita inesperada de Carmen Picot, conocida artísticamente como Carmen Wernoff  y madre de Christa Leem, la artista que revolucionó el género del estriptís. Carmen, que a sus 97 años vive sola en una antigua portería de la calle Nou de la Rambla, era asidua del London Bar y el reencuentro propició una larga conversación sobre su vida. 

–¿De dónde viene su nombre artístico? Mi padre se llamaba Juan Picot Bernabé y se cambió el Bernabé por Wernoff. Mi madre era Carmen Gómez, una de las siete Hermanas Gómez que mi padre dirigió con mucho éxito en el Teatro Circo Barcelonés. 

–Fue una niña muy despierta; aún lo es. Era una chiquilla que quería saber, saber, saber, y mi padre me buscó las mejores escuelas. En julio de 1936 estaba examinándome de quinto de bachillerato cuando estalló la guerra y tuve que ponerme a trabajar.

–Debutó en el mismo Teatro Circo Barcelonés donde había actuado su madre. Tenía 17 años y cuando salí al escenario me quedé en blanco; tuve que improvisarlo todo. Uno de mis maestros me diría después: «Carmen, has hecho algo que solo pueden hacer las grandes artistas». Mi hermano Enrique y yo tuvimos mucho éxito cantando y bailando y especialmente con un número cómico en el que él hacía de Groucho.

–Más tarde su padre dirigiría el Circo Americano en gira por Andalucía y Marruecos. Yo no sé dar ni una voltereta y mi padre me quiso siempre con los pies en el suelo. Presentaba y comentaba el espectáculo y, como había estudiado cinco años de piano y solfeo, mi padre me puso a dirigir la orquesta en los pasacalles. ¡No sabe lo que es una mujer dirigiendo una orquesta por todo el pueblo andando a paso marcial!

–También fue vedete en Barcelona. Siempre iba muy bien vestida y nunca he sido de decir ordinarieces, ni nada que pudiera ofender a la gente. Mi última actuación fue en la Bodega Apolo y también trabajé mano a mano con mi hija Christa.

–Christa Leem [que aparece en el retrato que sostiene Carmen] fue la musa de los intelectuales, entre ellos Joan Brossa. Jamás pensé que mi hija sería artista. Estudió en un internado de las franciscanas y a los 15 años me dijo:  «Mamá, tienes que darme permiso. Mañana debuto de gogó».

–Se quedaría de piedra. ¡Yo ni siquiera sabía qué era una gogó! Le dije que no, pero ella insistió: «¿Tú no eres la sexta generación de los artistas Wernoff? Pues yo seré la séptima». Me hizo pensar: «Está bien –le dije–. Iré a verte y, si vales, te daré permiso; si no, a estudiar».

–Y la niña valía. Cuando la vi sobre un podio en aquella discoteca me tuve que sentar. Christa no había tenido nunca maestros, pero era muy buena y distinta a todo.

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–Tenía la maestra en casa. Ella nació artista; no bailaba, creaba, como Isadora Duncan. Christa es el broche que hacía falta a la familia Wernoff. En mi casa nunca ha habido orgullo, sino que tanto Christa como yo hemos tenido la satisfacción de gustar al público.

–Tuvo tres hijos, que fallecieron jóvenes. Christa murió en 2004, a los 51 años. Desde entonces vivo sola. Estuve 10 años sin apenas hablar y perdí la voz, pero desde que voy al Centre de Dia El Mil·lenari la he ido recuperando. Tengo los hombros desechos por el baile pero lo he hecho muy a gusto. Llevo la música dentro y a veces aún me sorprendo moviendo el cuerpo al compás de una melodía.