Anna Aragón, de la tele al huerto

Cambiar noticias por cultivos tiene su mérito. Esta joven dejó su trabajo en la tele en Barcelona y puso rumbo a Estados Unidos para dedicar su tiempo a la agricultura ecológica. Ahora está feliz.

MÒNICA TUDELA / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¿Te marchas a la otra punta del mundo para ir a plantar lechugas? Pero si eso ya lo puedes hacer en el huerto de tu padre». Algo parecido a esto le soltaron sus familiares a Anna Aragón (29 años, licenciada en Comunicación Audiovisual) cuando hace ahora un año y medio decidió hacer las maletas, dejar su trabajo de reportera en la Xarxa de Televisions Locals (hoy, La Xarxa) y poner rumbo a Wisconsin para hacer una estancia en el Instituto de Agricultura Michael Fields y dedicar sus esfuerzos a la tierra y a los frutos que esta ofrece.

El pueblo en el que vive se llama East Troy. «Aquí me siento muy integrada y a gusto. Es un pueblo como el mío, de unos 5.000 habitantes». Anna es originaria de Anglès (Selva). Allí es donde ayudaba a su padre en el huerto. «Entendí la reacción de mi familia. Soy una chica con dos másteres y, claro, a primera vista parecía que daba un paso atrás», cuenta. Pero ahora está feliz y dice haber encontrado en Estados Unidos «una energía positiva» que le faltaba. «Mi familia me dice ahora que haga lo que me hace feliz. Si ellos me ven bien están bien».

Tras cinco años y medio en la tele local, Anna decidió cambiar por varios motivos. «El trabajo estaba muy bien pero como los temas cambiaban cada día tenía la sensación de no profundizar en nada. Necesitaba nuevos retos, viajar, aprender inglés, vivir en otro país... (piensa un momento). Creo que empecé a trabajar demasiado pronto y no me había dado tiempo a hacer otras cosas», reflexiona.

Lo que encontró Anna en Wisconsin no era exactamente un trabajo. Era una estancia en prácticas en un centro dedicado a agricultura ecológica, algo que a ella no le era ajeno. «Siempre he estado muy involucrada con la agricultura sostenible, me gusta comer sano y fomentar los productos locales». Por la actividad que desarrolla en Estados Unidos Anna no recibe un sueldo, en el sentido estricto de la palabra. «Aquí no tengo ningún gasto, tengo las necesidades de casa y alimentación cubiertas y todo lo que gano es para mí, unos 700 dólares al mes». Una situación por la que muchos ya firmarían sin pestañear en España. «No me quejo», comenta.

Anna empezó junto a compañeras de otros países trabajando en los huertos y aprendiendo sobre cultivo y comercialización de los productos en los mercados locales, pero hace unos meses ha dado un paso más con una segunda estancia en prácticas. Ahora se encarga de los temas de comunicación y recaudación de fondos en el instituto Michael Fields. Y le gustaría seguir por ese camino.

«Muchos dijeron que mi decisión de marcharme era una locura, porque tenía un trabajo estable y me jugué el sueldo, pero no me arrepiento. Añoro Catalunya pero tengo serias dudas sobre si volveré porque aquí también he echado raíces». Anna valora el sentido de «comunidad y ayuda» que ha encontrado en Wisconsin y también un punto de vista que no tenía en su tierra. «En Catalunya cuando propones algo siempre recibes unnode entrada. Aquí, en cambio, todo es mucho más positivo. Cualquier idea es mejor recibida. Propongo cosas y veo que prosperan. Y eso me anima».

Anna está ahora dispuesta a ir donde el trabajo la lleve. «Si es en Catalunya, no dudaré en volver. Pero he buscado y la experiencia de aquí no me ha servido para tener nuevas oportunidades en mi tierra, al menos por ahora. Creo que me quedaré en Estados Unidos, aunque me gustaría ir a California porque en Wisconsin en invierno hace realmente mucho frío». En el futuro, Anna no descarta tener su propio huerto. «Pensé que esto sería solo una afición pero, ¿por qué no tener un huerto para mí?»