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"La idea es acercar a la transexual a la sociedad"

Alexia Ferreira ha puesto en marcha con otras transexuales un proyecto solidario para mostrar otra cara del colectivo

La lucha por los derechos del colectivo trans no está reñida con la solidaridad / VIDEOLAB

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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"En Brasil matan a una persona LGBTI cada 28 horas", responde Alexia Ferreira a la pregunta de por qué se marchó de su país. Hace 15 años que vive en España y trabaja de peluquera. Conoce de primera mano los prejuicios de la gente hacia las transexuales y para combatirlos decidió formar hace un tiempo el colectivo Trans del Bem (transexuales del bien), básicamente una red de solidaridad. En Barcelona han salido varias veces a repartir comida entre los habitantes de la calle.

- Dígame, ¿cuándo se dio cuenta? ¿Cuándo? Pues desde que me conozco como persona. Yo diría que desde los 5 o 6 años. Vi que mi mente y mi cuerpo no se entendían.

-¿Su familia la ayudó? Al principio fue muy difícil. Tenía un hermano que no lo aceptaba, que me pegó y me echó de la casa. Estuve cinco años sin comunicarme con ellos. Tenía miedo de regresar, sobre todo por mi padre. Murió antes de que yo volviera, y el funeral lo tuve que seguir por teléfono. Mi madre me iba llamando.

- Con su madre fue más fácil, entonces. Al final me reconcilié con todos. ¡Si tengo una familia espléndida! No era solo por miedo a mi padre que no volvía: era porque yo creía que algo estaba mal conmigo. La aceptación es complicada, y yo me dije que hasta que no estuviera bien, y totalmente cambiada, no iba a ponerme en contacto con ellos.

-¿Y eso cuándo ocurrió? Pues poco después, en la misa de siete días por mi padre. De todas maneras, yo me presenté vestida de chico, con la ropa de mi novio, con una faja en los senos… Y mi madre me dijo que adónde iba vestida así. "Quítate esa ropa y ponte la tuya", me dijo.

- Hablemos del proyecto. Idea suya, ¿no? Mía y de otra chica transexual, Aleikasandria Barros. Pensamos que era necesario un proyecto que nos acercara a la sociedad… Algo que no fuera salir semidesnudas a la calle a que nos miren como gente rara, como ocurre en los gay pride. Yo no estoy a favor de eso. Hay otras formas de mostrar lo que somos, de luchar contra el prejuicio.

- Hablemos de esos prejuicios, pues. Por ejemplo: la gente cree que la transexual está solo en el mundo de la noche. Es verdad que hay muchas que lo están, pero es porque la sociedad nos les deja alternativa. Trans del Bem muestra precisamente que somos capaces de muchas cosas. Que si nos preguntan por la calle: "¿Qué estás haciendo?", podamos decir: "Ayudando a los desfavorecidos". Se trata de acercarnos a la gente para que la gente vea cómo somos.

- Y no piensen que se dedican siempre al mundo de la noche, ¿no? Mire, ahora vengo de Brasil y allí estuve con transexuales arquitectas, modelos, senadoras, concejalas, educadoras infantiles, consultoras de moda… El mundo se está abriendo. Falta mucho, mucho por hacer, pero las cosas ya no son como antes.

- No es habitual ver a un grupo de transexuales repartiendo comida. ¿Cómo reacciona la gente? De todas las maneras, con gratitud casi siempre. La gente ríe, llora. Una vez nos pusimos a hablar con un chico que dormía en un cajero. Nos dijo que después de 7 años acababa de salir de la cárcel y se había encontrado con que no tenía a nadie. Hablamos del rechazo. Y nos dijo esto: "El rechazo que vosotras recibís de la sociedad, nosotros lo recibimos de otra manera".

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- ¿Qué más hace Trans del Bem? Cuidamos de nosotras.  Somos una red de solidaridad. Si hay una compañera en dificultades, la ayudamos. Cuando matan a una y la familia no tiene dinero para enterrarla, nosotras nos encargamos.

- ¿Aquí en Barcelona? En toda Europa. Y en Brasil, por supuesto.