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«Venecia ya casi no tiene vecinos autóctonos»

Un catalán en Venecia. Albert Morales hace siete años que da castellano y catalán en la universidad italiana. Los turistas son sus vecinos.

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zentauroepp39431074 barcelona 24 07 2017 contra albert morales barc170813165431 / JORDI COTRINA

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Si hay alguien que comprende bien el temor a la veneciación de Barcelona o de cualquier ciudad es este vecino de Venecia. Vive a pocos metros de la plaza de San Marco. Solo oye ruedas de maletas, voces y pasos de visitantes, gondoleros conversando o cantando, y algún vaporetto a lo lejos. Ni coches, ni cláxones. Pero ha visto como sus casas vecinas se han ido convirtiendo en alojamiento para turistas. Los dueños de las viviendas las alquilan y se mudan a la periferia. Viven más tranquilos y con mayores recursos económicos. Albert Morales (Terrassa, 1983) cree que Barcelona está aún a tiempo de maniobrar. 

—¿Cuáles serían las mejores maniobras?

—Barcelona es una gran pequeña ciudad con proyección de gran ciudad, pero está creando atractivos sostenibles, como los carriles bici, o las supermanzanas en el Poblenou. Me ha gustado mucho ver como algunos hacían sus reuniones de trabajo al sol, en esos nuevos espacios con bancos para que los vecinos disfruten de la calle de manera relajada y, como usuario de bici que soy, dan mucha seguridad. El problema del turismo es el turista que viene a hacer lo que no hace en su país. Si el turista respeta el entorno al que llega, recibirá el respeto del local. Si no es respetuoso, no. Para mí, esa es la clave. 

—¿Cuánto cuesta el alquiler mensual de un apartamento en el centro de Venecia?

—Uno de unos 50 metros cuadrados, seguramente no baje de 900 o 1.000 euros al mes, aproximadamente. Por eso es casi imposible encontrar una vivienda en la que residan los propietarios. Venecia ya casi no tiene vecinos autóctonos. Y los pocos que quedan son mayores. En Venecia, la juventud se mantiene por la universidad. Cuando los vecinos mayores, locales, fallecen, la familia suele sacar provecho a la vivienda con sistemas de alquiler como Airbnb.

—El comercio de Venecia la define...

—Sí, en Venecia todo tiene un precio, y todo se basa en intercambios comerciales de productos y contactos.

—¿Eso dificulta sentirse bien allí?

—En general, creo que Barcelona es más acogedora, integra más. En Italia, y en Venecia particularmente, si no tienes allí raíces o no te casas con alguien de allí, siempre eres de fuera. Se vive bien, se come muy bien y el sentido de la estética lo tienen muy acentuado. Venecia es una potencia cultural mundial. Con dimensiones y población de un pueblo pequeño, pero su capital cultural no te lo acabas. 

—¿Qué lo llevó a instalarse allí?

—Me presenté al concurso del Institut Ramon Llull como profesor de catalán en el extranjero y me cogieron para Trieste. Tenía unos 40 alumnos, muy heterogéneos. Luego me quedé en la Università Ca’Foscari Venezia, una de las universidades de referencia en Italia en el aprendizaje de lenguas. Se imparten unas 35 cada año. Yo doy clases de castellano y de catalán.

—Y usted fue uno de los impulsores, en el 2013, del Casal Català d’Itàlia (@casalcat–italia). ¿Con qué intención lo crearon?  

—Como todo ente así, queríamos establecer puentes entre Catalunya e Italia. Tomamos la Casa Degli Italiani de Barcelona como espejo, queríamos ser la casa de los catalanes en Italia y, aprovechando las nuevas tecnologías, llegar a todo el territorio. Pero hemos acabado concentrando casi toda nuestra actividad en Venecia y el Véneto. Sobre todo organizamos actos culturales conjuntamente con la universidad, proyecciones, conferencias, recitales...

—¿Su futuro lo ve en Venecia? 

—Venecia me ha dado muchísimo, pero siento ganas de aportar mi experiencia en otros campos. Las lenguas abren muchas puertas, y vivir fuera del propio país pone a prueba. Me atrae el ámbito universitario, también el institucional. Me siento polivalente, porque los intercambios comerciales también me despiertan interés. Ahora que por mi trabajo en una investigación he pasado seis meses en Barcelona, siento que en Italia añoro el día a día de esta ciudad. 

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—¿Qué investiga? 

—Hago un estudio lingüístico de los Estatuts del 32, el 79 y el 2006 con la UPF.