La clave

Rubalcaba frente a sus jacobinos

ENRIC HERNÀNDEZ

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Entre quejumbroso y resignado, se confiesa un dirigente del PSOE: «En el congreso de Sevilla, Alfredoganó a Carme gracias al apoyo de los jacobinos, que le votaron para que el PSC no gobernara el PSOE ni desdibujara su proyecto nacional. Y ahora le toca convencerles de que el PSOE debe promover una reforma federal de la Constitución para satisfacer a Catalunya, mientras el PSC se apunta al derecho a decidir y a la consulta soberanista. No es tarea fácil». Reproducimos textualmente este lamento porque, más allá de las identidades cruzadas y los intereses cortoplacistas, a veces es saludable ponerse en la piel de otro para aprehender sus cavilaciones, dudas y contradicciones.

Por ignorancia o simplificación, en España siempre se ha asociado el jacobinismo francés exclusivamente a una visión unitarista del Estado. Pero, frente al moderantismo de los federalistas girondinos, el club deRobespierre, Marat yDantonera, ante todo, la corriente más radical e izquierdista de la Revolución Francesa. Tajante y fría, sí, tanto como la guillotina que decapitó aLuis XVI.

El girondinoAlfredo Pérez Rubalcaba no acaba de contentar ni a los jacobinos de izquierdas, que le exigen una oposición dura al Gobierno del PP, ni a los españolistas que cerraron el paso aCarme Chacón por catalana y ahora reclaman al líder que doblegue al PSC en vez de regalarle al PP el discurso de la unidad patria. Los auténticos jacobinos ya hubieran hecho rodar cabezas.

Por eso es de justicia reconocer que impulsar, postular siquiera una reforma constitucional que federalice el Estado autonómico y consagre la «singularidad» catalana es mucho más de lo que el PSOE jamás ha hecho por Catalunya. Por supuesto, bastante más que espolear la aprobación del Estatut, cepillarlo en las Cortes y luego tolerar que lo mutile el Constititucional.

Surfeando la oleada

Rubalcabaha captado mejor queMariano Rajoyla magnitud de la oleada soberanista en Catalunya, que prefiere surfear antes que combatir pues sabe que los líderes pasan, pero los sentimientos colectivos permanecen. El tiempo dirá si la receta del PSOE surte efecto o si la ha expedido demasiado tarde.