La clave

La política privatizada

ENRIC Hernàndez

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Así operaba la «confluencia de intereses» delcaso Pallerols,según el relato del fiscal que Unió Democràtica de Catalunya (UDC) ha asumido con su rúbrica:Fidel Pallerols estaba «interesado en garantizar y ampliar la actividad de sus empresas y el importe de las subvenciones» por cursos de formación para parados;Vicenç GavaldàySantiago Vallvé, secretario de organización y militante de UDC, «vieron la oportunidad de obtener de las subvenciones una vía para sufragar gastos del propio partido y sus responsables»; yLluís Gavaldà, director general d'Ocupació, «a cambio de su participación decisiva en la concesión de las subvenciones», obtenía de Pallerols«favores económicos para el partido, él mismo y otros responsables del Departament». Unió admite que obtuvo 198.000 euros del erario merced a esta trama.

Es baldío empeñarse en defender, como hace Josep Antoni Duran Lleida, que la justicia no define estos hechos como un episodio de financiación irregular --tampoco podría hacerlo, pues tal figura no está tipificada como delito-- , o desvincularse de los mismos achacándolos a una «traición» de los condenados. La estructura de Unió, queDuranya presidía entonces, se benefició de fondos públicos malversados. Por fortuna, y aunque tarde y lejos, el líder de Unió ha acabado reculando al confesarse avergonzado y pedir «disculpas» a los catalanes. Menos es nada.

Un mercado cautivo

Sin ánimo de generalizar, y aún menos de exculpar a Unió, la crudeza del relato antes reproducido ejemplifica de forma descarnada el modo en que demasiados partidos se financian mediante fondos literalmente sustraídos al erario.

Concebidos como cauces de la voluntad popular, los grandes partidos han dado la espalda a la sociedad al privatizar la gestión de la cosa pública. Las ejecutivas son meros consejos de administración que ignoran a los accionistas (militantes), fichan y despiden empleados (cargos públicos) a placer e intentan ampliar el volumen de negocio (cuotas de poder) para captar los ingresos que les permitan perpetuar su estatus. Y los votantes no somos ni consumidores a seducir; tan solo un mercado cautivo.