La clave

El currículum de todos

ENRIC HERNÀNDEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los creativos publicitarios son personajes mucho más perspicaces que la mayoría de los periodistas. Unos y otros aspiramos a conectar con la audiencia, pero mientras que los publicistas cuentan a los espectadores lo que (intuyen que) quieren oír, los informadores les narramos lo que (creemos que) necesitan saber, resulte más o menos grato. En la comparación, como no, llevamos las de perder.

Buena prueba de ello fueron los eslóganes que acompañaron la retransmisión de las campanadas de Nochevieja en televisión. No, no me refiero a las consignas independentistas con las que TV-3 nos dio las uvas desde Ripoll,«bressol de Catalu-nya»y última morada deGuifré el Pilós,sino a sendos anuncios contratados por una compañía de embutidos y otra de ropa. El primero, dirigido por la cineastaIciar Bollaín, llevaba por título El currículum de todos, y estaba concebido, más que para vender fiambres, para sembrar esperanzas. Un grupo de conocidos cómicos nos recordaban que España atesora premios Nobel, estatuillas del Oscar, hitos literarios, títulos deportivos, ejemplos de solidaridad... y hasta varios idiomas, incluido el catalán. «Que nada ni nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida», rezaba la leyenda final. El otro espot, titulado La vida es chula, explotaba la polémica suscitada en las redes sociales por un anuncio anterior de la misma marca en el que una atractiva joven se fijaba como meta beneficiarse a su jefe. Esta vez la modelo tenía a bien comunicarnos que había logrado su objetivo, «y antes de que llegue el 2013».

Aunque con propósitos comerciales bien distintos, ambos espots pretenden infundir confianza y autoestima al espectador. Marcas que apelan a la épica, al orgullo de una España mortificada por los zarpazos del paro y los recortes sociales.

Ideales de celofán

Con «la república independiente de mi casa» ya aprendimos que la publicidad, como la política, suele envolver con grandes ideales de celofán sus productos de consumo. Pero a los medios de comunicación nos corresponde la incómoda tarea de desvelar el truco, cuando no la mentira. Definitivamente, llevamos todas las de perder.