La clave

La incierta expedición hacia Ítaca

ENRIC HERNÀNDEZ

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Y siete años después, Artur Mas regresó de incógnito a la Moncloa. Como aquel 21 de enero del 2006, el pasado 21 de marzo el líder nacionalista recorrió 600 kilómetros en coche para pasar desapercibido. Selló entonces con Zapatero la primera poda del Estatut (luego publicitada) y el pacto secreto de que los socialistas facilitarían el regreso de CiU a la Generalitat, compromiso luego ignorado por el PSC. La pasada semana, Mas oficializó con Rajoy la reapertura del diálogo a fin de evitar la asfixia financiera de la Generalitat. Si hubo otras cláusulas secretas, por ejemplo acerca de la intensidad y el ritmo de la apuesta soberanista de CiU, es un misterio encubierto por el secretismo del encuentro.

No nos detendremos a analizar, por evidente, el daño que inflige a la ya maltrecha credibilidad de los políticos que el president, en una emisora de radio, y el portavoz del Govern, en comparecencia pública, faltaran a la verdad al negar que la cita ya se hubiera producido, cuando así había sido. Porque lo relevante no es tanto la opacidad de la entrevista como lo que esta encubre.

El pasado julio, cuando anunció que iba a acogerse al Fondo de Liquidez Autonómica (instrumento ideado por el Estado para rescatar y atar corto a las autonomías) al objeto de poder afrontar el pago de las nóminas y los vencimientos de la deuda, la Generalitat ya sabía que su margen de maniobra se reducía casi a cero. Aun así, el Parlament aprobó la demanda del concierto económico para Catalunya, y después Mas hizo suyo el clamor independentista de la Diada, precipitando las elecciones (en mala hora para CiU) para al fin firmar con ERC un pacto de estabilidad que fijaba en el 2014 la celebración de la consulta de autodeterminación.

El Estado, único banco

Desde el pasado verano ningún síntoma de mejora han experimentado las cuentas catalanas; como confesó el conseller Mas-Colell, la Generalitat solo tiene, entonces y ahora, un banco que le preste: el Estado. Siendo así, el president debería explicar a los catalanes por qué los embarcó en una ambiciosa e incierta expedición hacia Ítaca que ni política ni financieramente estaba en condiciones de sufragar.