La clave

Un borrador de conjetura

ENRIC HERNÀNDEZ

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Imposible condensar en tan pocas líneas el cúmulo de intereses ocultos y abiertas mezquindades, de completas mentiras y verdades a medias que ha rodeado el escándalo sobre las supuestas cuentas en Suiza de Artur Mas y la familia Pujol. Fatuo arrogarse la capacidad de explicar con rigor sin tacha cómo se gestó la tenebrosa operación político-mediática y de qué modo unos y otros, una vez desencadenada esta, trataron de explotarla electoralmente. Aventurado, aunque no imposible, elaborar un borrador de conjetura que, a riesgo de errar, proyecte mayor verosimilitud que ese falso informe preliminar de la Policía. Documento fantasma que ayer, a los cuatro meses de su publicación, perdió incluso el epíteto de «presunto», toda vez que el ministro, Jorge Fernández Díaz, concluyó: «El informe borrador no se corresponde con ningún documento oficial emitido por parte de la UDEF».

A modo de hipótesis, no es descabellado presumir que más de uno, inquieto ante la eclosión soberanista de la Diada, estuviera interesado en amedrentar al nacionalismo catalán sacando a relucir sus vergüenzas. Ni cabe descartar que alguien, ante la inmadurez de las pesquisas abiertas sobre casos de corrupción cercanos a CiU, decidiera elaborar (o encargar) un resumen de todo lo supuesto, barruntado o investigado.

Tampoco es inverosímil que esa pieza seudoliteraria, aunque exenta de pretensiones jurídicas, se concibiera como espoleta mediática llamada a remover el pútrido subsuelo del oasis catalán. Ni que, al carecer el texto de autor conocido o destinatario aparente, las licencias que se tomó el escriba obedecieran más al potencial impacto de los titulares de prensa que a la fiabilidad de las pruebas recabadas. Tiempo habría, tras las elecciones, para blanquear tan oscuras denuncias.

Depurar responsabilidades

Perjudicara o no a CiU en las urnas, la difusión de este libelo sacudió, en efecto, la campaña catalana, así como los cimientos de un ministerio cuyo número dos optó por una discreta dimisión. Más que amagar con la aparición de más informes, Fernández Díaz debería depurar responsabilidades para borrar toda sombra de connivencia y desterrar de Interior unas prácticas más propias de otros regímenes.