Carrera electoral republicana de EEUU
Dios, aborto y Estado
Se suponía que la campaña de los candidatos republicanos a la presidencia debía girar sobre la economía, el asunto que más preocupa a los estadounidenses, pero con el paso de las semanas y el auge de Rick Santorum el debate ha ido gravitando hacia cuestiones morales, teológicas y sociales. Cuestiones como el aborto, los anticonceptivos, la separación entre Iglesia y Estado, el rol social de las mujeres o el modelo de educación han pasado a copar los titulares. Aquí lo llaman guerras culturales, la colisión más o menos interesada de los valores de la América conservadora y progresista.
El principal ariete de esta guerra es Santorum, el católico tradicionalista de los chalecos de lana que ha ganado cuatro de las ocho primarias y caucus disputados hasta ahora, situándose como el principal rival de Mitt Romney. Este fin de semana se despachó contra un discurso pronunciado por Kennedy en 1960, en el que defendía la separación entre Iglesia y Estado, que a su juicio nunca debe ser absoluta. «¿Cómo se puede decir que la gente de fe no debería jugar un papel en la esfera pública? No hace falta decir que esa idea me da ganas de vomitar», dijo Santorum en una entrevista a la ABC.
Su discurso esencialmente se basa en defender que la religión debe guiar los asuntos públicos porque la alternativa es algo parecido a la revolución francesa. «¿Qué les quedó a los franceses? La guillotina», dijo a principios de mes. Para Santorum no hay matices en cuestiones que contradigan los dogmas eclesiásticos. Rechaza el aborto incluso en los casos de violación e incesto y su oposición al matrimonio homosexual es furibunda, posiciones que le están sirviendo para ganarse el corazón de la derecha ultramontana, a pesar de que son muy semejantes al del resto de sus contrincantes.
Todos ellos están explotando el sentimiento de acoso que siente parte de la América conservadora, recelosa de los valores laicos impulsados por eso que llaman «las élites liberales». Newt Gingrich ha denunciado «una guerra» contra la iglesia católica. Romney ha prometico desmantelar «la regulación de Obama» que socava «la libertad religiosa» y Santorum habla de una embestida para «destruir la fe». El ejemplo que todos blanden es una normativa lanzada recientemente por Obama que obligaba a los hospitales y los colegios propiedad de instituciones religiosas a incluir en el seguro médico de sus empleados los anticonceptivos.
ATAQUES A LA UNIVERSIDAD / Ante la rebelión de la iglesia católica, Obama decidió que sean las aseguradoras las que paguen los anticonceptivos, pero no logró detener el histerismo de los conservadores, obsesionados en acabar con el derecho de las mujeres a decidir si quieren o no tener hijos o cuándo quieren tenerlos, un debate que se creía ya superado. La prueba más evidente son las promesas de los candidatos para secar la financiación a las clínicas de planificación familiar Planned Parenhood, que sirven a la población más pobre.
La emancipación de la mujer es otro de los capítulos de esta guerra cultural para un campo republicano que defiende la familia tradicional como el súmum de la virtud. «Tristemente la campaña de propaganda lanzada en los 60 ha acabado arraigando», escribió Santorum enIt takes a family: conservatism and common good, un libro publicado en el 2008. «Las feministas radicales lograron socavar la familia tradicional y convencer a las mujeres de que el desarrollo profesional es la llave para la felicidad».
También la educación que sale de las universidad es a menudo objeto de críticas, ya que los conservadores tienden a considerarlas un nido de progresismo. Lo cual no deja de ser llamativo, dado que los cuatro candidatos en liza han pasado por la universidad, en el caso de Romney, nada menos que por Harvard. Este fin de semana Santorum acusó a Obama de ser «un esnob» por ensalzar la importancia de la educación superior después de referirse a las universidades como «fábricas de adoctrinamiento».
Si bien esta guerra cultural puede dar réditos en unas primarias, donde se lucha por ganar el voto de las bases, los analistas creen que puede pasarles factura a los republicanos de cara a las presidenciales. Al votante independiente tienden a rechinarle las cruzadas morales.
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